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1809-capitulo-05-epilogo

Akane colocó toda la comida sobre la mesa. Sopa de miso con tofu, pescado a la parrilla, espinacas hervidas con salsa de soja, así como arroz sazonado. De cada uno de estos platillos salía vapor, creando un escenario animado y colorido.

— … Delicioso.

Saito tomó sólo un sorbo de la sopa de miso y ya sintió ganas de llorar. Seguía sin negar el valor y la valía de las proteínas, pero no podía superar la belleza natural de la sopa de miso. Le calentaba lo más profundo del corazón, le llenaba el estómago y le daba una fuerza que ninguna proteína podría alcanzar jamás. Al otro lado de la mesa, Akane mostró una sonrisa confiada.

— ¿Verdad? Sabía que no estabas comiendo bien, pero imagínate mi sorpresa cuando entré aquí. Fue como si me hubiesen arrastrado al infierno.

— Eso es demasiado, ¿no crees?

Saito sabía que le estaba tomando el pelo, pero no podía dejarlo pasar.

— ¡Fue un infierno! Habría sido más rápido quemar toda la basura.

— Por favor, no lo hagas, quemarás toda la casa.

— Realmente no puedes hacer nada sin mí.

— Es verdad. Realmente me salvaste el pellejo cuando volviste a casa.

— B-Bueno, mientras lo entiendas…

La sincera respuesta de Saito hizo sonrojar a Akane. Apartó la cara y alcanzó el cuenco que tenía cerca para llenarse la boca de arroz. Sólo porque Akane había vuelto, se sentía como si la vida hubiera regresado a este hogar. Sólo ver la televisión habría sido un desperdicio, así que disfrutó de la cara roja como un tomate de Akane.

— ¿Qué?

— Nada.

Interrogado por Akane, Saito desvió la mirada.

— Pero me estabas mirando.

— ¿No se me permite?

— B-Bueno, puedes, pero… es embarazoso…

Ver su tímida respuesta hizo cosquillas en el pecho de Saito. Nada había cambiado en esta cena habitual, sin embargo, algo era diferente. Probablemente, porque Saito se dio cuenta de lo que sentía por Akane. La comida en la mesa no era sólo una comida regular de su compañera de cuarto, sino platos caseros de la chica que le gustaba. Saito ahora entendía por qué prefería la cocina de Akane sobre todo lo demás. No era únicamente el sabor lo que era superior, era el sabor y la sensación de una comida familiar lo que él deseaba tan desesperadamente. Aunque, sin embargo, nunca se había dado cuenta de esto. Otra preciosa cena terminó, y entonces Saito se levantó mientras cogía los platos.

— Lavaré los platos, ¿sí? Una vez que haya terminado, vamos a ver una película, ¿no?

— …

Akane tiró de la manga de Saito mientras este se paraba frente al lavabo. Como ella de repente acortó la distancia entre ellos, Saito sintió que los latidos de su corazón se aceleraban.

— ¿Qué pasa?

El brillo radiante de su cabello y su dulce aroma llegando a su nariz le hicieron sentir mareado. No tenía experiencia con sus nuevos sentimientos, así que mantener la calma era imposible.

— Sabes… hay algo que quería preguntarte.

Akane bajó la cabeza, con las orejas de color rojo carmesí. Los dedos con los que se agarraba a la manga de Saito temblaron ligeramente.

— … ¿Qué? – Saito tragó saliva.

Akane levantó lentamente la cabeza. Miró a Saito, sus ojos ardían de pasión. Y, entonces, una voz ronca salió de sus labios color melocotón.

— ¿Qué… sientes por mí?