1807-capitulo-03-viaje
En su camino hacia el salón de la clase 3-A, Akane se encontró con Saito en el espacio más grande en medio de las escaleras. El corazón casi se le sale del pecho. Sus latidos se aceleraron, y el interior de su cabeza se quedó en blanco.
—— Tengo que disculparme por lo sucedido…
Aunque sabía que se había equivocado, las palabras no salían de su garganta. Le empezaron a temblar las rodillas. Su boca se abrió y cerró varias veces, mientras un sudor frío empezaba a correr por todo su cuerpo. Este breve momento le pareció una eternidad.
— …
Saito tampoco pronunció palabra alguna, limitándose a apartar la mirada de Akane. Luego intentó pasar junto a ella.
—— ¿¡Me ha ignorado!?
La sorpresa se convirtió rápidamente en frustración, ya que todo su cuerpo empezó a arder. Pisoteó el suelo, con los hombros temblorosos por la rabia, mientras pasaba por delante del propio Saito. Se giró una vez, esperando que él la llamara, pero su silueta ya había desaparecido de las escaleras. Incluso sus débiles expectativas habían sido traicionadas al instante. Desde su pelea en el café, las cosas habían sido así. Ella había estado tratando de encontrar el momento adecuado para hacer las paces, pero, parecía inútil.
— Ugh… no valgo nada… – Se hundió en el suelo, sujetándose la cabeza con las manos.
No se atrevía a volver al aula, donde él la estaría esperando. Si él volvía a mostrarse tan frío y distante con ella, no podría soportarlo. Incluso la situación actual ya era demasiado. Así que Akane decidió huir de la realidad. Abrió la galería de su smartphone y miró las fotos que se habían hecho juntos. Como había tenido la intención de hacer un álbum completo, había bastantes. Saito leyendo un libro, Saito cenando, Saito casi cayéndose de la cama… Y, a cada foto, Akane la relacionaba con un recuerdo divertido. Aunque muchos de sus recuerdos eran peleas, no dejaban de ser preciosos.
— Jejeje… Oye Saito, tienes que comer esa carne más despacio o acabará atorada en tu garganta…
— ¿¡Onee-chan!? ¿¡Qué demonios estás haciendo aquí!?
Akane disfrutaba de su imaginaria vida de casada cuando Maho se encontró con ella mientras subía las escaleras. Akane se limitó a responder con una sonrisa.
— Oh, ¿Maho? Gracias por pasarte. ¿Quieres cenar algo?
— ¡No, no quiero! ¡Estamos en la escuela! No estamos en casa…
— ¿Qué estás diciendo? Estamos en la casa, donde vivimos Saito y yo. Mira, Saito también está sonriendo – Akane señaló la foto en su teléfono.
— ¡Deja de engañarte, Onee-chan! ¡Vuelve a la realidad! – Maho sacudió los hombros de Akane.
—Eh, ¿Maho? El mundo está temblando… ¿Se va a acabar el mundo?
— ¡Se acabó el smartphone para ti! ¡Me lo llevaré conmigo!
— ¡Espera! ¡Devuélveme a Saito!
— ¡Esto no es Onii-chan! ¡Es sólo una fría máquina inanimada!
— ¡Aunque sea un robot, sigue siendo mi querido Saito!
— ¡Onii-chan no se convirtió en robot! ¡Yo lo acabo de ver caminando por el pasillo! – Maho consiguió robarle el teléfono a Akane y lo escondió detrás de sí con un brazo.
Con la otra mano, abrazó a Akane y le frotó la espalda. Poco a poco, Akane volvió a la realidad a la que tenía que enfrentarse. Por supuesto, también lo hizo el dolor, ya que las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos.
— ¡He terminado con la escuela!
— ¡No te rindas! ¿¡Vas a ser médico en el futuro, no es verdad!? ¡Quiero ver tu traje de médico! ¡Apenas puedo esperar por todos los chequeos lascivos que me vas a hacer!
— ¡No voy a hacer ningún chequeo lascivo!
— ¡Pero lo harás por mí! ¡Es mi sueño que uses ese estetoscopio por todo mi cuerpo desnudo! ¡No puedo renunciar a eso pase lo que pase! Así que, por favor, ¡Contrólate!
Akane no estaba segura de si Maho estaba realmente intentando animarla o simplemente acosarla sexualmente. Akane entonces abrazó sus rodillas y murmuró.
— Pero… Saito me odia totalmente ahora. Y le dije que nunca se mostrara delante de mí…
— ¡Entonces discúlpate! Algo como “¡No quise decir lo que dije el otro día! ¡En realidad, te quiero!” serviría totalmente.
— ¡De ninguna manera podría decir eso…!
Sólo de pensarlo le ardían las mejillas.
— ¡Claro que puedes! Y si enseñas las tetas, será aún más efectivo.
— ¡En ese momento sólo seré una pervertida!
— ¡Es un servicio adicional! ¡Apuesto a que va a empezar a babear por cada parte de su cara!
— ¿¡Cómo funciona eso!? Además, no me gustaría un Saito que muestre su felicidad de esa manera…
El hecho de que Saito siempre fuera estoico y no hubiera intentado nada con ella era una buena parte suya. Incluso cuando Himari o Shisei le mostraban su afecto, no salía corriendo a engañarla.
— Seguro que pides mucho, Onee-chan, – Maho se puso una mano en la cadera.
— Mientras consigan reconciliarse, nada más importa, ¿no es cierto? Yo me limitaría a esperar en su bañera y luego me abalanzaría sobre él. Usando uno de esos popotes para respirar bajo el agua.
— ¿¡Qué eres, una ninja!? Además, ¡No creo que eso me ayude a reconciliarme con él!
— ¡Claro que sí! ¡Una chica desnuda lo espera durante su baño! Y cuando se esté lavando el cabello, ¡Puedes hacer lo que quieras!
— ¡Probablemente morirá del shock!
Maho le hizo eso a Akane cuando eran más jóvenes, y su corazón casi se detuvo por eso.
— … ¡Ah, ya sé! – Akane cerró la mano en un puño.
— ¿Qué, qué? ¿Se te ocurrió qué hacer?
— Sólo tengo que poner cámaras ocultas en la casa… Y, entonces, podré mirar su cara siempre que quiera. ¡Es perfecto! ¡Nunca tuve necesidad de reconciliarme con él! ¡Soy una genio absoluta!
— ¡No es genialidad en absoluto!
— ¡Y también puedo poner dispositivos de grabación en su cuerpo para que siempre pueda escuchar lo que está haciendo! Eso es básicamente lo mismo que estar juntos, ¿verdad? Casi nos reconciliamos en ese punto.
— ¡Eso no es lo mismo! ¿¡De verdad estás bien, Onee-chan!? ¡Huiste porque lo querías y, sin embargo, te estás convirtiendo en una acosadora! – Maho estaba realmente preocupada.
Akane estaba plagada de culpa por hacerla sentir así, pero su cabeza simplemente no funcionaba correctamente. Siempre había tenido la tendencia a perder de vista su entorno cuando se trataba de Saito, pero eso sólo había empeorado últimamente. Si todo esto se debía a su amor por él, entonces seguiría siendo para siempre una pregunta que no sería capaz de responder. Había conseguido mantener la calma cuando no era consciente de sus sentimientos, pero, ahora que se había dado cuenta, ya no había vuelta atrás. Sin saber de esos sentimientos, Maho suspiró.
— … Te juro que no tienes remedio. No puedo seguir viéndote así, así que voy a intentar arreglar las cosas, Onee-chan.
— ¿Qué… piensas hacer? – Preguntó Akane con los ojos llorosos, mientras Maho le masajeaba la cabeza.
Sus posiciones se habían invertido por completo, pero, sin embargo, a Akane no le importaba.
— Déjame esto a mí. Usaré mi encanto especial para hacer esto y aquello…
— No lo entiendo en absoluto…
— Sólo ve a comprar ropa interior de victoria, ¿de acuerdo? O, en realidad… tal vez un traje de baño. ¡Ese tipo bikini de tiras [1]!
— ¿¡Qué pretendes hacerle a Saito!? ¡Ahora estoy aún más preocupada!
— ¡No te preocupes! ¡No voy a hacer nada que te haga daño, Onee-chan! – Maho sonrió alegremente.
☆☆☆
El escenario era el piso más alto de un hotel del centro de la ciudad. Maho estaba sentada en una mesa de un restaurante caro, mirando por la ventana. Podía ver el amplio paisaje de la ciudad y el mundo a sus pies. El techo estaba decorado con lámparas de araña y en las paredes había grandes cuadros. La mesa estaba decorada con un mantel blanco como la nieve, en el que también estaban la abuela de Maho, Chiyo… y el abuelo de Saito, Tenryuu. Probablemente Akane nunca se habría esperado que esto fuera lo que Maho estaría haciendo en estos momentos.
— ¡Abuela! ¡Gracias por comprarme tanta ropa hermosa nueva! – Maho mostró su emoción, mientras Chiyo sonreía feliz.
— No pasa nada. Al llegar a mi edad, sólo puedes llevar conjuntos más formales, como puedes ver. Disfruto viendo a las jóvenes vestirse tan lindas como quieren.
— ¡Me los pondré mucho! Pero estoy segura de que a ti también te quedarían muy bien los conjuntos atrevidos, abuela.
— Querida mía, ¿No eres muy aduladora? Pero no conseguirás nada de mí por eso.
— ¡Pero es la verdad! ¿No estás de acuerdo, abuelo?
— ¿Hm? …Bueno, supongo, – Tenryuu se aclaró la garganta, con la cara ligeramente roja.
— ¡Querido Tenryuu-san!
La cara de Chiyo también estaba roja. Maho se tapó la boca con una mano y les sonrió a los dos.
— ¿Oh? ¿Ohohoho? Abuelo, no parece que odies la idea en absoluto. Sólo inténtalo una vez, abuela. Te diré exactamente qué ponerte.
— Te lo juro, no deberías burlarte de tus mayores.
— ¡De verdad que no! Seguro que quieres verla con ropa llamativa, ¿verdad, abuelo?
— … En efecto, – Tenryuu asintió.
— … Ah, está bien. Si me apetece.
Tenryuu y Chiyo estaban tan animados como un par de estudiantes de instituto. Eran casi como Saito y Akane.
— Siento arruinar su cita juntos, abuelo.
— No me importa. Supuse que nuestras familias tendrían que conocerse en algún momento.
— ¡Sí, me moría por conocer al abuelo de Onii-chan! Tenía curiosidad, pero realmente se parecen.
— … ¿Oh? ¿En qué sentido? – Tenryuu pareció sorprenderse ante aquello.
Maho se tapó la boca con el dedo índice.
— Mhm, en todo, ¿de verdad? No puedes ser sincero, así que intentas hacerte el poderoso, pero también te muestras amable. Además, ¡Eres muy guapo!
— Nunca antes alguien me había llamado guapo.
— ¿Qué? Pero la abuela te habrá llamado así antes, ¿no?
— … Bastante.
— ¡Tenryuu-san! – Chiyo se sonrojó aún más.
— Jaja, qué lindos son los dos.
La relación entre Saito y Akane había sido un poco demasiado forzada incluso para el gusto de Maho, por lo que presenciar a estos dos era más bien reconfortante para ella. Chiyo tomó un sorbo de su té y refunfuñó.
— Te juro que sabes usar la cabeza en todos los sitios equivocados. Incluso ganándote así a Tenryuu-san…
— Eso es verdad. Me encantaría tener su genio para el Grupo Houjou.
— Y si su hermana mayor fuera así de racional…
Maho entonces habló como si recordara algo.
— ¡Oh, sí, casi lo olvido! Quería hablar contigo sobre Onee-chan.
— ¿Qué pasa?
— ¿Qué pasa?
Tenryuu y Chiyo de repente escucharon atentamente.
— ¿Sabían que Onee-chan dejó a Onii-chan?
— Sí, claro. Qué jovencita más problemática.
— Ya lo he confirmado… pero si las cosas no mejoran, tendré que intervenir – Dijo Tenryuu con expresión seca.
La presión que emitía era tan fuerte que no sería demasiado sorprendente que, de algún modo, consiguiera reestructurar el cerebro de Saito para que cambiara de opinión.
— Tanto Onii-chan como Onee-chan son jóvenes testarudos, así que, pensé que teníamos que ser un poco más enérgicos para que se reconciliaran. Por lo que veo, ambos sienten que quieren que las cosas vuelvan a ser como antes.
— Hmmm…
— Y, entonces, tengo una idea para que los dos vuelvan. Es un favor para su querida Maho – Levantó el dedo índice y guiñó un ojo.
☆☆☆
— ¡Onii-chan! ¡Cierra los ojos y abre la boca! ¡Te daré algo bonito!
En el aula de la clase 3-A, Maho golpeó con sus manos el escritorio de Saito con estas palabras, susurrando suavemente mientras se inclinaba hacia él. Escondía algún tipo de objeto rectangular detrás de su espalda. Definitivamente no era algo que pudiera caber en una boca humana.
— Me niego. Sólo voy a sufrir, puedo sentirlo, – Saito negó con la cabeza, permaneciendo sentado en su escritorio.
— ¡No es nada raro! ¡Ningún bicho!
— No volvería a salir de casa si hicieras eso, y, ahora mismo, no tengo motivos para creerte.
— ¡Tampoco es una mariquita! ¡Y no es un escarabajo de cuernos largos!
— ¿¡Por qué sigues negando los insectos!? ¿¡Intentas que me alimente de insectos como si estuviera en un reality show [2]!?
Junto a Saito, Shisei abrió la boca sin vacilar.
— Shise cree en Maho. Métele lo que sea en la boca.
— ¡Eres muy amable! ¡Apuesto a que caben muchas cosas ahí dentro! ¡Incluso diez toneladas!
— Fácil – Shisei le dio un pulgar hacia arriba.
— ¡Eso no es nada fácil! – Saito tapó frenéticamente la boca de Shisei.
— ¡Oh, no eres divertido, Onii-chan! ¡No hay nada que temer! ¡Es sólo una invitación! ¡Toma!
Maho le ofreció a Saito el objeto rectangular. Era un sobre que decía [Para Houjou Saito y compañía: Billete de una estancia]. Incluso tenía un sello. La escritura de la parte superior parecía escrita por una antigua propietaria, pero el sello de lacre [3] no encajaba en absoluto con esa estética.
¿Una invitación…? Entonces dilo desde el principio, – suspiró Saito mientras bajaba la guardia.
Pero Maho se limitó a sacudir el dedo índice como si no estuviera satisfecha con esa respuesta.
— Si te lo diera sin más, es muy probable que no lo aceptaras, ¿verdad?
— ¡Estaría mucho más dispuesto a diferencia de si me lo metieras en la boca!
Y si se lo hubiera metido en la boca a Shisei, habría desaparecido en su estómago.
— ¡Ya veo! Nunca me enseñaron eso en la escuela primaria.
— ¿Eso es sólo… sentido común…?
A Saito no le gustaba imponer valores a la gente, pero, el sentido común seguía siendo el sentido común. Empezó a preocuparse por si ella se había saltado esa parte de su educación. Entonces abrió el sobre y fue recibido por billetes para una estancia en una posada, así como billetes para el tren bala, un billete de comida, y un billete de baño… Dos de cada uno, de hecho.
— … Bueno, no necesito esto.
También había una foto de Maho en bañador, pero decidió tirarla.
— ¡Ahhh, espera! ¿¡Por qué la tiras!? Es una foto mía muy sexi, ¿sabes? Maho entró en pánico y cogió la foto que flotaba en el aire.
— No veo ninguna razón para guardarla.
— ¡Pues sí que hay muchas razones! Puedes mirarla cuando te sientas solo y lamerla todo lo que quieras. Eso es lo que siempre haces, ¿verdad?
— Siento que tienes una horrenda mala interpretación de mi humanidad… ¡Y no, no voy a lamerla!
— ¡Pero lo haces! Cuando fui a jugar, ¡Seguiste lamiendo mi cuerpo hasta la mañana!
— ¿Hermano…? – Shisei envió a Saito una mirada penetrante.
— ¡Eso nunca ocurrió! De hecho, me aseguré de enviarla a casa antes de que cambiara de día.
— Pero es cierto que jugaron juntos, ¿no? Sólo ustedes dos… Hasta la madrugada… ¿Qué estaban haciendo? – Preguntó Shisei a Saito.
Maho giró entonces su cuerpo, fingiendo vergüenza.
— Hee hee… ¡Bueno, exactamente lo que esperabas!
— Desalmado, Hermano… En cuanto tu mujer se va, vas a por su hermana pequeña… – La cabeza de Shisei se movía de izquierda a derecha, como el péndulo de un reloj.
Saito se quedó perplejo al verla moverse así, pero no era el momento de impresionarse.
— ¡Onii-chan soltó un montón! ¡Puedes decidir el nombre, Shii-chan!
— ¡Te digo que no es eso!
Sus compañeros empezaron a murmurar entre ellos, así que Saito arrastró a Maho y Shisei fuera del aula. Saltó a un aula vacía cercana y cerró la puerta tras ellos. Maho y Shisei se tiraron al suelo, abrazándose.
— Onii-chan… ¿Ahora vas a por una doble merienda de hermanitas…?
— Tú, eres el rey de los demonios [4], Hermano…
Saito ya no tenía energía para seguirles el juego, así que ignoró esa última parte.
— ¿Qué pasa con esta invitación? ¿Por qué me la has dado?
— ¡Porque te quiero, duh! – Gritó Maho, poniéndose las manos en las mejillas enrojecidas.
Saito, sin embargo, no se inmutó y se limitó a agarrarla de la barbilla.
— Ya, ya. ¿Cuál es el verdadero asunto?
— ¿¡Me he armado de valor para hacerte un regalo y ahora me amenazas!? ¡Sólo quiero ir de viaje contigo! ¡Yo también me divertí mucho la última vez que jugamos!
— Dicho esto, Shise no puede ignorar que te vayas de viaje a solas con Hermano – Shisei se puso delante de Saito, actuando como su guardia.
Estaba haciendo un poco de boxeo de sombra, en realidad, sólo parecía un gato golpeando un juguete de gato.
— Esa invitación obviamente cuenta para los dos, Shii-chan.
— ¿Oh? – Shisei inclino la cabeza.
— Yo también quiero salir contigo, ¿sabes? ¡Irnos de viaje tú, Onii-chan y yo! Una amiga de la abuela dirige esa posada termal, así que le pedí estos billetes.
— ¿Así como los billetes del tren bala y todo eso?
— ¡Sí! Cuando pido algo, la mayoría de la gente me lo da. Es que soy tan linda, ¿sabes? – Maho se puso los dos dedos índices en las mejillas, diciendo eso sin ningún remordimiento ni vacilación.
— Tanto tú como Shise dan mucho miedo.
— ¿Eh? ¿Porque somos demasiado hermosas? Oh, ¡Lo entiendo!
Las dos eran genios a la hora de utilizar sus propios encantos en su beneficio. Si se las dejaba solas, podrían incluso ser capaces de derrocar a todo el país. Shisei mostró entonces una expresión seria.
— … Sólo hay una cosa que necesito saber, Maho.
— ¿Qué pasa? – Maho le miró a la cara.
— ¿Están deliciosas… esas aguas termales? – Shisei preguntó mientras babeaba.
— ¿¡Quieres beber el agua caliente!? – Saito sintió que la industria de las aguas termales estaba en peligro.
Si le cogía el gusto, podría dejar seco al mundo entero. Pero, por suerte, Shisei se corrigió.
— Mala elección de palabras. ¿La comida de esa posada es deliciosa?
— Hmmm… no lo sé realmente, pero tiene como cien estrellas o algo así. O, podrían haber sido mil.
— No podría ser más desequilibrado.
Normalmente, los restaurantes sólo consiguen tres estrellas como máximo.
— De todos modos, debe ser delicioso. La abuela sólo tenía elogios para ellos, así que apuesto a que no te decepcionarán.
Shisei entonces tiró de la manga de Saito.
— Hermano, Hermano. Shise quiere ir de viaje con Hermano. Toma el estrecho camino que lleva al norte profundo.
— ¿Tomar el estrecho camino que lleva al norte profundo?
— Para llegar a ser como Matsuo Basho [5]. Comer toda la comida del país.
— No creo que Basho fuera la persona indicada para viajar así… Por otra parte, podría ser un buen momento para tomarme un descanso y no pensar en nada, así que, me parece bien.
Sin embargo, una duda surgió en la mente de Saito.
— Entonces… ya que la amiga de tu abuela es la dueña del lugar… ¿también vendrá Akane?
— ¡No! ¡Nada de eso! ¡Prometo que no! ¡Lo prometo con mi cuerpo!
— ¡No arriesgues tu cuerpo!
— ¡Y, si rompiera esa promesa, puedes hacer lo que quieras con mi cuerpo! ¡Incluso me pondré mallas blancas o de cuerpo entero [6] si quieres!
— Hermano…
Como Shisei llevaba medias blancas habitualmente, intentó ocultar sus piernas con el dobladillo de la falda.
— ¡No tengo ningún fetiche de ese tipo! – Saito corrigió inmediatamente esa idea equivocada.
No quería que las cosas se pusieran incómodas entre él y su hermana pequeña.
— ¡Créeme! Lo único que quiero es pasar un buen rato contigo. – Maho lo agarró de los hombros, diciéndoselo directamente a la cara.
Su expresión no dejaba entrever ningún motivo oculto. Sus ojos eran inquebrantables, brillantes como un mar de estrellas.
— ¡Qué… ojos tan honestos…!
Y así, Saito decidió creerle.
☆☆☆
Sin embargo, no tardó en arrepentirse. Saito y Shisei llegaron a la estación de tren en la que habían acordado encontrarse, donde fue recibido por Maho, Himari y Akane.
— ¿¡Por qué está Akane aquí!?
— ¿¡Por qué está Saito aquí!?
Los dos se acercaron a Maho. Sin embargo, ella se encogió de hombros.
— ¿Oh? ¿Se me olvidó decírselos? ¿Que nos iríamos de viaje los cinco?
— ¡Claro que no! Dijiste que sólo seríamos nosotros tres.
— Ahh, lo siento, lo siento. Supongo que lo olvidé. Vale, ¡grandes noticias! Onii-chan y Shii-chan también vienen con nosotras. – Maho sacó la lengua en tono burlón.
— Vine aquí… porque te creí…
– ¡Sí! ¡Y gracias por eso! ¡Te quiero, Onii-chan! – Maho le lanzó un beso con un guiño.
— No necesito tu gratitud…
Saito no supo qué decir. Entonces miró a Akane, encontrándose con sus ojos por un instante, pero Akane desvió inmediatamente la mirada. Caminó lentamente hacia atrás, escondiéndose detrás de Himari.
—— Bueno… tiene sentido que odie la idea.
Saito sintió un dolor sordo en el pecho.
— Me voy a casa. Ustedes cuatro pueden irse sin mí.
— ¿¡Por qué!? ¡Ni hablar! ¡Cuantos más seamos, mejor! – Maho suplicó con todo su corazón.
— Tengo un juego al que debería jugar en su lugar.
— ¡Tráelo!
— Es más divertido en casa, y puedo jugar desde la mañana hasta la noche. De todas formas, paso, – Saito dio la espalda a los demás y empezó a caminar.
Sintió como si algo le entrara profundamente en el pecho. A pesar de tener la libertad de volver a su casa, no se sentía feliz en lo más mínimo. Pero, de repente, alguien le agarró de la chaqueta. Probablemente era Maho de nuevo, intentando detenerlo.
— ¿Puedes soltarla ya…? – Saito se dio la vuelta, pero la persona que le agarraba la chaqueta era en realidad Akane.
Tenía la cara roja y miraba a Saito con mirada temblorosa.
— ¿A-Akane…?
— V-Vamos… – Murmuró, con la voz a punto de desaparecer y los labios temblorosos.
— ¿Eh…?
— Vamos… juntos. Te acompaño, Saito.
Saito no esperaba escuchar eso, así que dudó de sus oídos. Desde que tuvieron aquella pelea en la cafetería, la actitud de Akane hacia él era fría como el hielo, y ni siquiera le saludaba si se cruzaban.
— ¿Estás… estás segura…?
Akane asintió lentamente. Tenía las orejas y el cuello rojos como un tomate, mientras apretaba los labios. Sus rodillas parecían temblar y, aun así, se aferró con fuerza a la ropa de Saito, como para no dejarle escapar.
—— ¿En qué… estás pensando…?
Saito estaba cada vez más confuso acerca de los sentimientos de Akane. ¿Estaba enfadada o no? ¿odiaba a Saito o no? Era incapaz de ver más allá de la pared de niebla que había frente a su vestíbulo, lo que le ponía nervioso. Al mismo tiempo, Himari se aferró a su brazo.
— ¡Vamos, a Akane le parece bien, así que acompáñame! A mí también me gustaría ir de viaje contigo.
— Y, si Hermano no viene, Shise también se quedará – Shisei se aferró a su cintura, poseyendo la fuerza de un pez ventosa.
Maho se puso una mano en la boca y soltó una risita.
— Je, je, alguien es popular.
— No soy popular.
Como prueba de ello, Akane miraba a Saito como si fuera un dios de la muerte [7]. A pesar de haberle pedido que se quedara, ahora parecía estar resentida con él. Nada de esto tenía sentido. Dicho esto…
—… De acuerdo, bien. Supongo que puedo acompañarte. No puedo dejar que esos billetes que te dio tu abuela se desperdicien.
— Eso dices… Pero realmente quieres ir, ¿no es verdad? – Maho hincó el codo en el costado de Saito.
No quería admitirlo, pero era absolutamente cierto. Dicho esto, negarlo sólo causaría más problemas, así que tuvo que quedarse callado. Esta era su mejor oportunidad para reconciliarse con Akane, así que ser objeto de burlas por parte de Maho era un precio que estaba dispuesto a pagar. Maho mostro una sonrisa confiada y asintió.
— Lo entiendo, Onii-chan. Lo entiendo todo.
— ¿Qué exactamente…?
— Que estás dispuesto a hacer lo que haga falta con tal de respirar el mismo aire que yo. ¡Estás vivo sólo para aspirar el CO2 que yo emito!
— Eres un pervertido sin remedio… – Dijo Akane con los hombros temblorosos.
— ¡No es cierto!
— ¡Eso es verdad! Onii-chan también quiere inhalar todo el aliento de Onee-chan, también!
— ¿¡Huh!? ¿¡Huuuh!? – Akane formó una X con las manos, tapándose la boca, mientras se alejaba un sólido centenar de metros.
Parecía esforzarse al máximo para que Saito no pudiera oler su aliento.
— ¡Eso también es rotundamente falso! ¡Vuelve, Akane!
— ¿Así que quieres chuparme el aliento después de todo? Bueno, ¡Aquí tienes! – Maho acercó sus labios a los de Saito, echándole el aliento.
— ¡Muy bien, es hora de cerrarte la boca!
— ¡Wooo! Onii-chan me está forzando a un extraño juego de rol!
— Hermano… Si estás tan ávido de CO2, puedes simplemente conseguir tu parte diaria en una fábrica propiedad del Grupo Houjou…
Shisei envió a Saito una mirada llena de presión y crítica, malinterpretando por completo que Saito era una especie de maniático del CO2.
— Chicos, deberíamos irnos. Ya viene el tren – Llamó Himari al grupo.
Saito miró la hora y vio que faltaban unos tres minutos para la salida. Todos se apresuraron a subir las escaleras, con Saito cargando a Shisei para asegurarse de que no se quedara atrás. Utilizaron los billetes de tren que habían conseguido y volvieron a bajar corriendo las escaleras cuando sonó la campana en el andén. Saltaron al tren y se desplomaron en el siguiente espacio abierto que encontraron.
— De alguna manera lo logramos…
— S-Sí…
Saito suspiró aliviado cuando se dio cuenta de que Akane estaba sentada a su lado. Como tenían tanta prisa, no pudieron permitirse elegir asiento.
— Ah…
Al unísono, se dieron cuenta de quién estaba sentado a su lado y apartaron la mirada. La temperatura corporal de Saito aumentó. Y la razón por la que le costaba respirar probablemente no era que hubieran estado corriendo hasta allí. Los asientos eran bastante estrechos, por lo que los hombros de Akane estaban apretados contra los suyos. Podía sentir cómo se aceleraba su ritmo cardíaco. Estaba nervioso. Pero eso no era todo. Había algo… dulce alrededor de ella.
— ¿Deberíamos… pedir cambiar de asiento…? – Akane le preguntó a Saito en voz baja.
— Si… quieres cambiar… – Dijo Saito mientras susurraba.
No podía soportar averiguar qué expresión tenía Akane ahora mismo. Si ella tenía una mirada de disgusto en su cara, su corazón se rompería en ese mismo momento.
— Yo… estoy bien así.
— B-Bien…
Los latidos de su corazón se aceleraron aún más. Le preocupaba que pudiera explotar en cualquier momento.
—— ¿Podré sobrevivir hasta que lleguemos? ¡No lo sé!
Saito sintió que su vida corría peligro. Intentó alejar su mente de esta situación contemplando el paisaje exterior, pero eso no ayudó. A su lado, Akane estaba mirando su smartphone. Excepto que no dejaba de echarle miradas furtivas, y la pantalla de su teléfono también había estado mostrando su pantalla de inicio todo este tiempo.
El tiempo seguía fluyendo en este ambiente cargado. Por el camino, tuvieron que cambiar de un tren normal a un tren bala, así que Saito pensó que por fin estaba libre, sólo para acabar de nuevo al lado de Akane. Cuando volvieron a un tren normal, ocurrió lo mismo. No tuvo oportunidad de relajarse.
——¿Está… buscando una oportunidad para acabar conmigo? ¡Debe ser por eso que aceptó venir con nosotros y constantemente termina a mi lado…!
La duda de Saito no hizo más que crecer. Como se había enamorado de otra persona, su exmarido Saito debía de estar por en medio. Por no mencionar que aún no ha firmado el divorcio, así que, Akane probablemente pretendía acabar con su vida en este viaje.
—— ¡Si duermo… estoy muerto!
Saito abrió mucho los ojos para mantenerse despierto. Aunque se le secaran los ojos, no podía apartar la mirada de Akane.
— ¿Qué pasa? ¿Hay un fantasma detrás de mí o algo así?
Ante la apasionada mirada de Saito, Akane no sabía cómo sentirse. Saito decidió ser sincero con ella.
— Sólo quiero mirarte siempre. Nada más que eso.
— ¿¡H-Huh!? ¿¡Q-Qué se supone que significa eso!? – Akane se sonrojó furiosamente y enrolló la espalda.
Enrolló las manos sobre su regazo, mordiéndose los labios.
— Por fin sé… cómo te sientes.
— ¿Eh? ¿¡Huuuuuuuuuuuuuuuuh!? – Akane empezó a temblar violentamente.
—— Lo sabía…
Saito estaba seguro de ello. Akane estaba así de nerviosa porque Saito había visto a través de su plan. De no ser por ello, probablemente habría encontrado su fin demasiado pronto. Sin embargo, Akane no intentó nada durante el resto del viaje en tren, ni siquiera miró a Saito. Ni siquiera perdió el control para acabar con su vida por la fuerza. Después de este sorprendentemente relajante viaje en tren, Saito y los demás se bajaron en el andén.
— ¡Mhm, estoy cansada! ¡Tengo el cuerpo tan rígido! – Maho estiró la espalda.
Shisei le ofreció una aguja negra.
— Esta es una droga desarrollada por el Grupo Houjou que derretirá todo tu cuerpo en un instante. ¿La quieres?
— ¡Sí, por favor!
— No, no quieres – Saito le arrebató la aguja.
— ¿¡Por qué me lo impides!? ¿¡Estás diciendo que está bien que me convierta en una roca!?
— Estoy tratando de evitar que te conviertas en agua, ¿de acuerdo?
— ¡Así que estás preocupado por mí! ¡Te quiero! – Maho saltó hacia Saito entre la multitud de gente.
— Sí, sí.
Saito se despegó de ella sin remordimientos. Al pasar la puerta de entrada, se encontraron con una calle recta y el océano a lo lejos. Comparando este lugar con la ciudad en la que vivían, era mucho más rural y apenas circulaban vehículos. Más allá del mar, se podían ver islas y montañas, con una línea de verde por todas partes. El claro cielo azul sólo se veía empañado por algunas nubes blancas aquí y allá. Himari cerró los ojos y respiró hondo.
— Mhm, qué aire tan fresco… Huele a playa.
— En realidad, es el olor de las gambas, los cangrejos, los besugos y las conchas de turbante.
— Yo… yo no sé distinguir muy bien…
— Pero Shise puede. Este pueblo… estaba esperando a Shise – dijo mientras miraba al cielo despejado, con la mejilla llena de babas. Maho cogió entonces las manos de Shisei y Himari.
— ¡Por supuesto! Este lugar se llama la “Calle del Mercado de Pescado”, y ofrece un marisco buenísimo a la vez que es un lugar turístico. Te gustan estas cosas, ¿verdad, Shii-chan? Tanto que te enamoraste de mí, ¿verdad?
— No tanto, pero Shise te tiene más respeto ahora.
— ¡Wooo! ¡Voy a pasar una noche apasionada con Shii-chan!
— Quizás, escucha a Shise primero.
— ¡Sí, sí! Tengamos mucha “charla de almohada”, ¿sí?
Maho empezó a correr, arrastrando a Shisei e Himari. Saito y Akane les siguieron. A lo largo de la orilla había varias tiendas relacionadas con el océano. Pescado a la parrilla, y platos con ingredientes del océano, era como un paraíso del marisco. Los vendedores llamaban a la gente que pasaba, y se oía a los turistas discutir entre ellos. La comida a la parrilla permanecía caliente, pero si la pedías, los empleados la calentaban un poco más y le añadían un caldo especial con ingredientes de pescado. Una taza también te costaba 200 yenes [8]. Los cuencos incluso tenían pinzas de cangrejo asomando, lo que le daba un aspecto aún más auténtico.
— ¡Ooooooh…! – Los ojos de Shisei se iluminaron mientras miraba a su alrededor, con el cuerpo tembloroso.
Rara vez mostraba expresión alguna, pero ahora estaba completamente hechizada por el mundo que la rodeaba.
— ¡Todo tiene un aspecto delicioso! – Las palabras de Himari hicieron que Shisei asintiera con agresividad.
— Probablemente Shise esté babeando tanto como durante toda su vida hasta ahora. Podría solucionar la escasez de agua con esta baba. Incluso podría acabar deshidratada.
— ¿¡Estás bien!? ¿Quizás debería comprarte un poco de agua?
— No hay problema. Aunque Shise se convirtiera en momia, sus deseos seguirían siendo los mismos. Está preparada para lo que venga.
— No estés preparada, por favor – Saito sujetó inmediatamente a Shisei, que volvió a declarar una locura.
Tenía que asegurarse de llevarla de vuelta a casa sana y salva, o su tía lo vería como un cadáver. Shisei miró a su alrededor emocionada, cuando un anciano de un puesto cercano la llamó.
— ¡Vaya, pareces una muñeca! ¿Quieres comer algo? También te daré un servicio especial.
— Shise quiere todo.
— ¿De todo? ¿No es demasiado para una jovencita como tú?
— Eso no. Quiero todo lo que tiene expuesto.
— ¿¡!?
El dueño parecía sorprendido.
— Y no sólo lo que tiene expuesto. Todo su almacén, también.
— E-Espera un segundo, pero, entonces, no tendré suficiente para mañana…
— Todo.
— Ack…
El dueño parecía haber sido golpeado por la inmensa presión que emitía Shisei, ya que se tambaleó hacia atrás. Palideció ante la mirada de una joven, que tenía los brazos abiertos mientras se acercaba a él.
— No amenaces a los demás, ¿está bien?
— Waah.
Saito agarró el cuello de Shisei por detrás y tiró de ella. El dueño del puesto se secó el sudor frío y desapareció en el interior del puesto como si hubiera decidido retirarse allí mismo. Los puestos no eran sólo mostradores, sino que llegaban más lejos y ofrecían comida para llevar y otros alimentos. Algunos incluso tenían salmones enteros salados colgando del techo, lo que hizo que Saito se preguntara quién compraría eso. Dicho esto, mucha gente caminaba con grandes cajas en las manos, así que quizá era bastante popular. Otros puestos tenían segundos pisos enteros, hechos para la gente que quisiera sentarse a comer allí. El precio que aparecía en el cartel de la fachada hacía que pareciera barato, pero la mayoría de la gente se limitaba a comer mientras caminaba. Era un misterio cómo la había encontrado, pero Himari estaba hojeando una guía turística.
— Parece que esta calle es famosa por sus cangrejos. Por lo visto, tienen todo tipo de platos que no se pueden conseguir en ningún otro sitio. Como helado de cangrejo, pastel de cangrejo o magdalenas de cangrejo.
— Siento como si estuvieran tratando de imponerle tonterías a la gente…
Como si estuvieran tratando de crear algún nivel de originalidad.
— Delicioso, delicioso – dijo Shisei mientras mordisqueaba su helado de cangrejo.
Su boca estaba cubierta de crema roja, con pinzas de cangrejo pegadas a ella. Mientras tanto, Himari agarró a Akane del brazo y señaló la tienda de al lado.
— ¡Esa ofrece parfait de cangrejo [9]! Compartamos uno, Akane.
— Parfait de cangrejo… no sé si me apetece.
— ¿Entonces qué tal la crepe de cangrejo y fresa [10]?
— ¿¡Fresa!? Está bien, ¡Seguro que ese va a estar buenísima!
— ¿Te parece bien cualquier cosa con tal de que tenga fresas? – Saito negó con la cabeza.
Al oír eso, Akane arrugó la frente.
— La fresa es el ingrediente definitivo. Libera el sabor oculto del curry, e incluso hay arroz sazonado con fresas.
— ¿¡Arroz sazonado con fresas!? No puedo ni imaginarme el sabor que tendría.
— ¡Te aseguro que es delicioso! Te prepararé un poco… más tarde… – Akane no terminó la frase y se tapó la boca.
Eso era algo que ella no podía hacer. Probablemente lo sugirió simplemente por costumbre, pero, ya ni siquiera vivían juntos. Cuando se encontró con esta realidad, Saito sintió que su pecho se desgarraba. Excepto que ni siquiera estaba seguro de por qué se sentía así. Akane se acercó lentamente a Saito, mirándolo.
— Si… si te gustaría probarlo…
— ¿Eh…?
— ¿No me importaría… hacerte otra comida…?
— ¿Para mí…?
— Sí…
Akane bajó la mirada. Tenía las mejillas rojas como fresas. Saito tragó saliva.
— Entonces… hazlo, por favor.
— Entendido. Pero no te hagas ilusiones. – Akane se aferró entonces al brazo de Himari y tiró de ella, como si quisiera escapar de Saito.
Bañado por la brillante luz del sol, su reluciente cabello se mecía a izquierda y derecha.
-
- …
Al quedarse atrás, Saito se llevó la mano al pecho. El dolor de su pecho se había calmado, pero seguía latiendo tan fuerte como antes.
☆☆☆
Disfrutaron de la calle junto al mar durante unas horas.
— ¡Ahora que estamos llenos, deberíamos ir a ver el safari! – dijo Maho mientras levantaba el puño.
A Akane se le iluminaron los ojos.
— Un safari… ¡Nunca he estado en uno! Seguro que tienen muchos gatos hermosos.
— ¡Estoy seguro de que no! ¡No estamos hablando de un café de gatos! – Gritó Saito preocupado.
— ¿Pero los tienen? Como leones, guepardos o tigres.
— ¡Puede que estén catalogados como felinos, pero definitivamente no son gatos!
— Te preocupas por las cosas más pequeñas.
— ¡Creo que eres demasiado indiferente!
— Je, je… no puedo esperar… gatos… sí, gatos…
Akane ya se había marchado al País de los Gatos, sin importarle lo que Saito decía. Al ver eso, Maho puso su mano en el hombro de Saito como si fuera una maestra.
— Será mejor que te rindas, Onii-chan. Una vez que esté así, no volverá en mucho tiempo. Mantenla alejada de cualquier cosa relacionada con mascotas. Si no, nunca volverá a casa.
— ¿Es algún truco que aprendiste o algo así?
— Se queda sentada en la tienda de animales hasta que cierran, diciendo “¡Sólo cinco minutos más!” una y otra vez.
— Ya veo por qué le prohíben entrar en los cafés para gatos…
— Increíble, ¿verdad? Realmente la respeto por eso.
Saito no estaba seguro de que eso mereciera respeto, pero, al menos, se llevaban bien. Allí, Akane se dio la vuelta con una sonrisa.
— Entonces, ¿dónde está ese parque safari?
— Cerca de aquí. Sólo hay que subirse a ese ascensor – Maho señaló a lo lejos, donde vieron unos largos cables que recorrían el terreno llano hasta llegar a la cordillera que se veía a lo lejos, con ascensores que iban y venían.
Por lo que parecía, cabían dos personas. A diferencia de un ascensor de verdad, no había cabinas llenas en las que sentarse, sino sillas, y se podían ver los pies colgando de ellas, ya que había unos diez metros desde el ascensor hasta el suelo. Himari expresó inmediatamente su entusiasmo.
— ¡Parece divertido!
— ¿Verdad que sí? Además, en esta época del año, la brisa del camino parece perfecta – Maho parecía igual de emocionada, pero Akane tenía la cara rígida, como una máscara.
— ¡Yo… iré caminando, en realidad!
— No creo que eso funcione. Dice que eso llevaría, al menos, cinco horas – Dijo Himari mientras miraba el mapa.
— Entonces podría usar el tren…
— Lo siento, Onee-chan, pero no hay trenes que vayan al parque safari. Tampoco hay autobuses.
— ¡No es normal que la gente se mueva así por el cielo! Se supone que deberíamos estar caminando por el suelo – Akane no se movió ni un milímetro y se limitó a agarrarse a un árbol que había a un lado de la carretera.
Saito no estaba muy seguro de que una estudiante de instituto hiciera ese tipo de poses, pero se daba cuenta de la fuerza de su determinación para no surcar el cielo. Maho tiró de la mano de Akane.
— ¡Te pondrás bien! Me aseguraré de que no te caigas, acariciándote las tetas todo el camino.
— ¿¡Eso es lo que te preocupa!? Hay mejores lugares para que te agarres, ¿verdad?
— ¡En absoluto! No puedes escapar mientras estemos en el ascensor, así que puedo disfrutar de todo tu cuerpo tanto como yo pueda… Hue, hue…
— ¡Himari! ¡Tomemos el ascensor juntas! – Akane se alejó de Maho de un salto para agarrar la mano de Himari.
— ¿¡Onee-chan!? ¿¡Por qué dudas de mí!?
— No se trata de dudar. ¡Declaraste que me acosarías sexualmente!
— ¡Nunca lo haría! ¡Sólo voy a darte un masaje con aceite! ¡Un masaje saludable!
— ¿¡En el ascensor!?
Maho enfatizó y continuó.
— ¡En la página oficial no ponía nada de que eso estuviera prohibido!
— ¡Claro que no! ¡A nadie se le ocurriría hacer algo tan peligroso!
— ¡Lo que no es ilegal es todo legal [11]! Seguro que te gustaría darle a Onee-chan un masaje con aceite en pleno vuelo, ¿verdad, Onii-chan?
— En absoluto – respondió Saito con una sonrisa.
– ¡Traidor! Ayer mismo dijiste que le darías a Onee-chan un masaje viscoso.
— ¿¡Saito!?
— ¡Yo no dije tal cosa, ni te traicioné!
Saito esquivó estas acusaciones como un marido esquiva el lanzamiento de la botella de su mujer. De acuerdo, el castigo de Maho podría haber disminuido si hubiera más criminales, pero que acusación tan horrible. Akane tomó suficiente distancia de Maho (y de Saito) y enrolló la mano.
— No quiero subirme a ningún ascensor, pero haré lo que pueda. Todo sea por los gatos que me esperan al final de ese infierno…
— ¡Puedes hacerlo, Akane! ¡Lucha, lucha!
Ver a Himari unirse para animar a Akane hizo que Saito se diera cuenta de lo buena persona que era. Con ella a su lado, Akane debería estar bien. Entonces, los cinco se dirigieron al ascensor.
— Oh, de acuerdo entonces, supongo que le daré a Onii-chan un masaje de aceite en el aire…
— Eso no va a pasar. Tomaré el ascensor con Shise.
— ¿¡Qué!? ¿¡Así que tengo que ir en ascensor yo sola!? ¿¡No es cruel!?
— Estoy demasiado preocupado como para dejar sola a Shise.
Shisei hinchó el pecho.
— No tienes por qué tratarla como a una niña. Shise ya puede volar por los aires.
— ¿¡Qué!? ¡No! Sube en ascensor como una persona normal.
— Shise también se aseguró de traer el paracaídas especial fabricado por el Grupo Houjou, así que…
— ¡No hay necesidad de usar eso! – Saito empezó a sudar profusamente y juró no soltar la mano de Shisei.
Subieron al ascensor, donde él se aseguró de que ella no se volcara, y luego abrazó sus pequeños hombros.
— Qué escolta tan caballeroso. Hermano está muy proactivo hoy – Shisei se llevó las manos a las mejillas, mostrando una tímida reacción a pesar de no haber cambiado su expresión.
— Sujétame tú también la ropa, ¿bueno?
— ¿Para que acabemos los dos en las fosas del infierno si nos caemos? Bueno.
— No, no está bien.
Susurró Shisei mientras se aferraba a la cintura de Saito. Debajo de ellos estaba la tierra firme, tan lejos que empezarías a marearte si mirabas demasiado. Era una altura en la que incluso alguien sin miedo a las alturas se sentiría incómodo.
— ¿Estás bien? No da mucho miedo, ¿verdad? – Saito miró a su lado.
— Mnmh… – Shisei estaba comiendo un cangrejo.
Incluso un cangrejo entero.
— ¿¡Qué estás haciendo!?
— Comiendo un cangrejo, obviamente. ¿Qué otra cosa podría estar haciendo Shise? Que raro.
— ¡La rara eres tú por traer comida contigo! ¡Guárdatelo para más tarde!
— Pero nunca puedo saber cuándo ya no habrá un después. La vida es tan fugaz, después de todo.
— ¿De qué estás hablando?
— Los puntos de vista de Shise sobre la vida. Shise está tratando de entender la verdad del mundo, sin embargo, todo de lo que hablas es de comida. Humano codicioso.
— ¡No quiero oír eso de la persona que prioriza la comida sobre la seguridad!
Dicho esto, si peleaba ahora con Shisei por la comida, podría acabar con Shisei cayendo, así que tenía que dejarla en paz por ahora. Dicho esto, justo durante ese breve intercambio, Shisei ya había terminado su cangrejo y sacó su siguiente trozo de comida del bolsillo. Parecía una especie de cola de pescado.
— Déjalo así, ¿bueno? – Saito agarró la mano de Shisei.
— Si querías agarrar la mano de Shise, podías haberlo dicho desde el principio. Sé sincero contigo mismo.
— ¡Sí! Me daba demasiada vergüenza, ¿sabes? – Saito estaba demasiado cansado para replicar.
Akane y Himari subieron al ascensor frente al de Saito y Shisei. Akane parecía estar realmente aterrorizada porque se aferró a Himari con todas sus fuerzas. Himari casi acabó aplastada por la fuerza bruta de Akane y, aun así, hizo todo lo posible por tranquilizar a la aterrorizada chica. Cuidar así de su mejor amiga era una escena enternecedora. Unos minutos más tarde, el ascensor llegó a la cima.
La zona donde los ascensores arrancaban y se detenían ofrecía mucho espacio, donde también se ofrecían entradas para el parque y aseos. También había unos cuantos autobuses con temática de safari, equipados con protecciones metálicas para proteger a los visitantes. Parecía que esta parte estaba dividida en una zona turística en la que se circulaba en autobús o auto, y otra en la que los visitantes podían pasear libremente. Más allá de este aparcamiento, vieron un gran portón metálico, del que salían varios ruidos de animales. El aroma de lo salvaje se mezclaba con el olor fresco de la hierba. Tras bajar del ascensor, Akane se tambaleó hacia el autobús safari con gatos impresos en él.
— Uf… pensé que iba a morir…
— Lo mismo digo, sinceramente, respondió Himari con una expresión como si hubiera estado en el infierno y vuelto, haciendo lo posible por sonreír a pesar de todo.
Si la dejaban sola, podría empezar a recitar las historias del Heike Monogatari [12].
—Pero ahora… ¡Por fin puedo conocer a todos los gatos! Ahora es cuando realmente cuenta – Akane parecía motivada mientras irrumpía en el interior del autobús.
— ¿Así que todo lo anterior no?
— Onee-chan rebosa energía, ¿eh?
Los otros cuatro fueron arrastrados por el ímpetu de Akane y entraron en el autobús. Dentro, había largas sillas alineadas, que permitían ver por el lateral el safari. Ambos lados estaban equipados con una valla metálica, que ofrecía huecos para lanzar comida a los animales. En el suelo, había grandes podadoras y pinzas. Curiosamente, no había nadie más que Saito y los demás dentro del autobús. Justo antes de subir, Saito leyó [Para Houjou-sama y compañía] en el cristal delantero, pero quizá sólo estaba viendo cosas. Nadie alquilaría un autobús entero para sólo cinco personas… Pero conociendo a su familia, Saito no estaba tan seguro.
— ¡Voy a ver todos esos animales tan lindos! – Akane se sentó en un asiento, llena de expectación, mientras el autobús partía.
Sin embargo, en cuanto atravesaron la puerta, oyeron los rugidos de los animales hambrientos y salvajes.
— ¡Graaaaaah!
— ¡Grrrrrrrrrr!
— ¡Goooooraaah!
Se toparon con un grupo de leones, hirviendo de hostilidad mientras rugían. Sus ojos estaban rojos de furia, mostrando sus colmillos, mientras atacaban el autobús. Incluso hicieron temblar el autobús, retorciendo la valla metálica protectora. Akane empezó a temblar con los ojos llorosos.
— T-Tantos… animales lindos…
— No tienes que hacerte la dura, Akane. No te mientas a ti misma.
La forma en que Himari puso su mano alrededor de Akane era como si las dos estuvieran saliendo. Sin embargo, incluso Himari estaba pálida. Al contrario, Maho estaba tan despreocupada como siempre.
— Jaja, ¡Piensan que somos comida! Qué gracioso.
— Esto no es para reírse.
Incluso Saito se sintió realmente amenazado. La barricada no parecía muy sólida. Mientras tanto, Shisei se cruzó de brazos y empezó a hablar.
— Eso no cambia que Shise esté en la cima de la cadena alimenticia. Si se trata de una batalla de comer o ser comido… ¡Shise ganará!
— ¡Vas a perder en una fracción de segundo!
A juzgar por su tamaño, probablemente la devorarían entera. Entonces, la conductora habló desde el frente.
— Tengan la seguridad queridos visitantes, la protección de este autobús nunca ha sido transgredida. Y así, ese hecho permanecerá para siempre… ¿verdad?
— No preguntes a los visitantes. Sólo hará que se preocupen más.
— No es un tema tan importante, pero ¿podrías llamar a tu familia en caso de que algo vaya mal?
— ¡Ese es un asunto crítico si me lo preguntas!
No sólo eso, Saito también estaba extremadamente curioso por la conductora que llevaba una armadura protectora como algún Juggernaut [13] o caballero durante la Edad Media. No mostraba nada de piel, incluso llevaba casco. El asiento del conductor tenía incluso un botón rojo llamado [Expulsar] al lado, cosa que no ocurría con los pasajeros. Así que lo prepararon para que al menos el conductor pudiera sobrevivir a la carnicería. Saito llamó en voz baja a sus amigos.
— … ¿No es un poco loco este safari? ¿Quizá deberíamos hacer que la conductora nos llevara de vuelta?
Sin embargo, Akane se limitó a seguir mirando a su alrededor con un brillo en la mirada como si fuera una niña de tres años que acabara de llegar a un parque de atracciones por primera vez.
— Esto no tiene nada de locura. En el mundo de los cuentos de hadas, todo es maravilloso.
— Así que, al final, te has vuelto loca, ¿eh?
— Estos pobres gatos están tan hambrientos que entiendo por qué querrían comerse el autobús.
— ¡Ni una sola vez sentí el deseo de comerme un maldito autobús entero, por muy hambriento que estuviera!
— Bueno, Shise sí.
— ¡Tú no cuentas!
Incluso ahora que Shisei miraba fuera del autobús, sus ojos eran los de un cazador en busca de su presa mientras miraba fijamente a los leones. Mientras tanto, esos mismos leones seguían atacando los neumáticos. Probablemente intentaban bloquear el movimiento del autobús, como harían con sus presas en la naturaleza. Qué listos eran, a pesar de ser animales salvajes. Mientras tanto, la conductora suspiraba.
— A este paso, el vehículo no llegará. Deberíamos acelerar un poco, así que, por favor, agárrense de algo.
— ¿Qué…?
Antes de que Saito pudiera decir nada, la conductora pisó el acelerador; mientras era presionado contra el cojín, el coche zumbaba a través del safari. Los ojos de los leones se iluminaron mientras también aceleraban. Estaba claro que habían entrado en modo de caza. Mientras tanto, Akane los miraba desde fuera de la valla metálica.
– ¡Todos los gatos están corriendo! Es como si estuviéramos de paseo.
— ¡Nos están atacando! – Saito tuvo que señalarlo.
— ¡Bestias arrogantes! ¡No piensen que pueden ganar contra la habilidad de conducción que he perfeccionado en la capital de la civilización!
La conductora aceleró aún más, tomando la curva con un largo derrape. Saito sintió que esa forma de conducir, unida a su voz, le resultaba familiar, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Apretada contra los asientos con múltiples g’s [14], la ligera Shisei iba casi revoloteando por el autobús, aparentemente disfrutando. Parecía más bien una atracción de un parque temático. Saito estaba presionado contra la valla metálica cuando el cuerpo de Akane voló hacia él.
— ¿Estás bien?
— Sí…
En sus brazos, las mejillas de Akane se pusieron rojas. Probablemente estaba demasiado asustada, porque no trató de alejarse de él. En cambio, ella incluso se aferró a él.
—— Hermosa.
Saito sintió que todo su cuerpo ardía. Percibió el nostálgico aroma que Akane desprendía cuando aún vivían juntos. En aquel entonces, no pensó mucho en ello, y sin embargo, no podía mantener la calma en absoluto en este momento. Su corazón latía dolorosamente rápido, tanto que le preocupaba que Akane pudiera oírlo.
– ¡Están tan enamorados, lo juro! – Maho se rió mientras señalaba a los dos, a lo que Saito y Akane volvieron a la realidad.
Akane inmediatamente se alejó de un salto de Saito.
— ¡N-Nosotros no estamos enamorados!
— ¿Huuuh? Pero si hace un momento te has agarrado a él como una loca – Mencionó Maho.
— ¡Para protegerme de cualquier impacto! Estaba pensando en usar a Saito como sacrificio para poder sobrevivir.
— ¿¡Cómo pudiste!? – Saito respondió, pero sabía que ella no hablaba en serio.
Dicho esto, ¿por qué no se alejó inmediatamente? ¿por qué parecía tan tímida? Saito no lo sabía. Y tampoco entendía por qué él mismo se sentía tan avergonzado. La valla metálica debería estar fría y, sin embargo, él estaba sudando para sus adentros. Finalmente, pasaron la zona de los leones, atravesaron una puerta y entraron en la zona de los herbívoros. Se veían cebras, jirafas, llamas y otros animales comiendo hierba.
— Este lugar parece seguro, al menos…
— Sí…
Himari y Saito suspiraron aliviados. Al mismo tiempo, la conductora detuvo el autobús.
— Queridos pasajeros, ya pueden intentar alimentar al rinoceronte. Una vez cuesta 10.000 yenes [15].
— ¡Yaaay! ¡Lo haré! – Akane sacó su cartera sin remordimientos, agarrando unos cuantos billetes de su interior.
— ¡Eso es demasiado caro! – Saito la detuvo de inmediato.
— Realmente lo es… ¿Qué debo hacer…?
Como era de esperar, incluso con su mente fuera en un país de las maravillas de los animales, Akane llevaba un poco de razón como la ahorradora extrema que era.
— Sólo por hoy como es un servicio especial, es la mitad del precio.
— ¡Ah, que barato!
— ¡Sigue siendo caro, ¿sabes?!
Tachen eso, no quedaba una última línea de razón.
— Pero probablemente no vuelva a tener una oportunidad como esta… – Ella miró a todos los alimentos para los animales con una mirada codiciosa.
— Así es. Incluso en nuestro parque, este evento sólo se celebra cada 500 años. Si desperdicias esta oportunidad, tendrás que volver entonces.
— ¿¡500 años!? ¡No puedo esperar tanto!
— ¡Es imposible que este parque haya estado activo desde el período Muromachi [16]!
Sin embargo, la conductora mantuvo la calma.
— No hay nada extraño en ello. Durante el gobierno Muromachi, el señor Ashigaka Takauji [17] fue famoso por desarrollar el autobús safari. Por aquel entonces, lo llamaban el Autobús Ashikaga.
— ¡Ya veo! ¡Qué interesante!
— ¡Akane! Por favor, empieza a dudar un poco más de la gente, ¿Entendido?
Saito estaba realmente preocupado por Akane. Originalmente, ella era la más cercana a Saito y su genio, pero, siempre que había animales lindos involucrados, se perdía absolutamente.
— Oh, bien entonces… pagaré la mitad, Saito sacó su cartera.
Akane estaba dudosa al principio.
— ¿En serio…? ¿No vas a pedir algo ridículo después?
— ¿Qué piensas siquiera de mí…?
— N-No lo sé, ¡Pero seguramente será algo muy lascivo!
— ¿¡Saito-kun!?
— ¿Hermano…?
— Onii-chan, pervertido~
Todas las chicas miraron a Saito con severidad al unísono, mientras él sentía un sudor frío recorrerle la espina dorsal.
— No voy a pedir nada de eso. Es que me apetecía alimentar al rinoceronte yo mismo.
— Entonces… supongo.
Saito y Akane pagaron la mitad del precio y recibieron de la conductora un suministro de alimentación. Dentro de la caja había palitos de zanahorias y boniatos. Akane agarró una zanahoria con la pinza y la empujó a través de la valla metálica.
— ¿Esto servirá…?
— Perfecto. El rinoceronte se acercará en cualquier momento.
De hecho, ya se estaban adelantando hacia el autobús… a gran velocidad, como si estuvieran pateando el suelo.
— ¿¡Pero vienen a toda velocidad!? ¿De verdad que esto va a estar bien?
Al chocar uno de los animales contra el autobús, éste se balanceó a izquierda y derecha. El palo de zanahoria, así como el boniato, ya desaparecieron dentro de su boca, lo que creó un sonido metálico estridente al ser aplastado. Partes de la zanahoria volaron por todas partes. Sin embargo, Akane observaba todo esto con una cálida sonrisa.
— Aww, qué lindo.
— ¿¡Qué lindo!? ¿¡Eso!?
Saito comenzó a cuestionar su concepto de lo que era lindo. Por lo menos, estas bestias salvajes eran capaces de derribar todo el autobús, que no parecería lindo en sus ojos. No sólo eso, los otros animales salvajes como elefantes o jirafas parecían haber sido atraídos por todo este ruido y la comida. Levantaron una gran ola de polvo, mientras todos rugían. Normalmente, todos ellos acabarían siendo la presa de los cazadores, pero, esta vez, se convirtieron en los cazadores. ¿La presa? Saito y los demás. La conductora desbloqueó los frenos y pisó el acelerador.
— ¡Nos retiramos! ¡Consíguenos algo de tiempo y tira esa comida!
— ¿Mgh? ¿Mguhgh?
Sin embargo, esa misma comida ya había desaparecido dentro del estómago de Shisei. Sus mejillas estaban hinchadas como las de un hámster preparándose para el invierno. Parecía que Shisei también había sido estimulada por toda la comida. Al ver eso, la conductora asintió profundamente.
— Muy bien… ¡Lo permitiré porque eres linda! Mi Señora, ¡Por favor use a Saito-sama como sacrificio!
— ¿¡Por qué le pides que me mate!? ¿¡además, claramente eres Rui, verdad!?
— En absoluto. No soy más que una simple empleada de recursos humanos.
— ¡Sí, es suficiente pista!
— ¡Ahora, date prisa! Ofrece a Saito-sama como comida para el elefante antes de que sea demasiado tarde.
— ¡Bueno, entonces será demasiado tarde para mí!
— Mejor que acabar todos muertos. No olvidaremos tu sacrificio, Saito-sama. Al menos durante tres minutos.
— ¿¡No puedes al menos hacer que sean diez minutos!?
Maho saltó hacia Saito.
— ¡Ve y hazlo! ¡Suena divertido!
— ¿¡No me sacrifiques porque “suena divertido”!?
Saito protestó mientras la conductora daba otra vuelta en la curva y se estrellaba contra la valla lateral, con Maho aterrizando encima de él. Ella pareció emocionarse ante aquello, pero Saito no disfrutó precisamente de la emoción. Un ciervo apareció justo al lado de la valla, intentando pinchar a Saito con su cornamenta.
— ¡Raaaah! No voy a perder contra un ciervo.
— ¡Puedes hacerlo, Onii-chan! Si ganas, ¡Te doy un beso!
Maho permaneció felizmente inconsciente de la gravedad de la situación, mientras Saito usaba cada gramo de energía de sus músculos para construir un puente con su cuerpo, evadiendo la cornamenta que se acercaba. Eso sí, le arañó la piel. El autobús atravesó la puerta de salida y llegó a la zona habitual del parque de animales. Pero, para entonces, Saito ya estaba mentalmente agotado.
— Nunca… volveré a pelearme con un ciervo… – Refunfuñó al bajar del autobús, pero Akane sólo siguió ridiculizándolo.
— No puedo creerlo. Dándote por vencido por un poco de conducción temeraria.
— La conducción no era… ¡En realidad, era una gran parte del problema!
Saito pensó que sería capaz de disfrutar de un día de descanso sin esa sirvienta conductora loca y, sin embargo, esto tenía que suceder. Debió haber alguna fuerza que lo empujó a esto. Mientras tanto, Akane pasó junto a él.
— ¡Oh, mira! ¡Tienen un rincón de alimentación de alces! ¡Vamos!
— ¡Acabo de decirte que ya no voy a tratar con bestias con cuernos!
— ¡Está bien! ¡Que te ataquen suficientes veces y te acostumbrarás!
— ¡Preferiría no acostumbrarme en absoluto!
Sin embargo, Akane simplemente arrastró a Saito. Fue como si ella se hubiera olvidado de que estaban teniendo una pelea. En cambio, ella le mostró el tipo de sonrisa cálida que él había visto tan a menudo en casa. Y, era exactamente la misma sonrisa que a Saito le gustaba tanto. Antes podía ver esa sonrisa todos los días, pero ahora se había convertido en una rareza. Se dio cuenta demasiado tarde.
— ¡Saito, mira eso! ¡Hay tantos alces! – Akane sacó algo de comida de una cápsula que vendían cerca mientras se le iluminaba la cara.
Se acercaban a la valla, olfateando fuertemente al percibir el olor de la comida.
— Ten cuidado de que no te mastiquen toda la mano.
— ¡Estoy bien! Los gatos me han mordido infinidad de veces, pero nunca me han arrancado un dedo entero.
— ¿Qué has hecho para que te muerdan tanto…?
— ¡Sólo estaba jugando con ellos!
A pesar de que volvieron a acabar medio discutiendo, Saito disfrutó mucho de la conversación. Se dio cuenta de que… sólo quería hablar con Akane. Oír su voz, saber que ella lo escuchaba y sentir su calor. Quería ver como sus expresiones cambiaban en cada esquina. Incluso si ella estaba enojada, era mucho mejor que no tenerla a su lado. Porque… él deseaba profundamente que este tiempo nunca terminara.
☆☆☆
Más allá de un puente de madera se alzaba una posada construida con ladrillo y piedra. Se notaban las generaciones por las que había pasado el edificio, pero no parecía anticuado ni pasado de moda, sino que creaba un saludable aroma a madera que se mezclaba con el olor del río cristalino. Era ya de noche, y el cielo empezaba a teñirse de púrpura, creando una gran sombra que se extendía detrás del edificio. Algunas luces ya ardían tras las ventanas. Con el río delante, que actuaba como una barrera, parecía como si se hubiera entrado en el mundo del más allá, mientras un aire sobrenatural flotaba a tu alrededor.
— Definitivamente tiene un ambiente especial… – Akane se detuvo frente al puente y miró hacia la posada.
— ¿Verdad? La abuela dijo que llevan gestionando esta posada desde el período Edo [18], y que está considerada como una… ¿qué? cultural.
— ¿Una propiedad cultural?
— ¡Eso!, ¡Eres tan lista!
— ¿Cómo has logrado llegar tan lejos…?
Las habituales bromas entre hermanas dejaron a Saito admirado. Al entrar en el edificio, no se trataba de un mostrador normal, sino de la recepción de un hotel. El limpio suelo de madera tenía manchas negras por todas partes, lo que indicaba cuánto tiempo llevaba allí el edificio. Un mostrador de madera, puertas correderas de papel con un fénix dibujado en ellas y un reloj antiguo con un largo péndulo decoraban la entrada inmediata. Los retratos de las paredes llevaban las fotos de los propietarios del establecimiento. Parecía que la servidora estaba ocupada en ese momento porque nadie atendía la recepción. Un bolígrafo viejo y usado descansaba sobre el mostrador. A izquierda y derecha, se veían pasillos que se extendían y continuaban hasta una escalera en sus profundidades. Sin embargo, los pisos superiores estaban todos sumidos en la oscuridad, como si se estuviera entrando en el abismo.
— Hmmm… Es como si un fantasma fuera a saltar sobre ti en cualquier momento.
— ¡O-Oye! ¡Básicamente lo estás buscando cuando dices tonterías como esa! – Akane se estremeció de miedo.
Maho empezó a sonreír para sí misma, susurrando al oído de Akane.
— En realidad… Esta posada es famosa por sus historias de fantasmas. Algo sobre las piernas de los huéspedes… ¡Mgh!
— ¡No te oigo! ¡Ya no hablas! – Akane cerró la boca de Maho con ambas manos.
— ¡Porque la estás asfixiando! – dijo Saito mientras apartaba a Akane de Maho, que respiró hondo.
— ¡Eres una miedosa Onee-chan!
— No tienes por qué obligarte a quedarte si te da mucho miedo.
Tanto Maho como Saito enviaron a Akane miradas cálidas y consideradas, pero esto sólo la agitó más.
— ¡Yo… no tengo miedo! Cualquiera se sorprendería si alguien te tocara la pierna mientras duermes, ¿verdad?
— Sí, es verdad.
— ¡Y, entonces, los fantasmas no son nada especial! ¡Simplemente no puedo permitir que la gente interrumpa mi sueño! ¡Eso es todo! – Argumentó Akane.
— Supongo que es verdad.
— Si ella lo dice, debe serlo.
— ¿¡Qué pasa con esas reacciones!? ¿¡Se están burlando de mí!? – Akane dio un pisotón en el suelo.
— Por supuesto que no. Es que me pareces hermosa, Onee-chan.
— ¿¡Qué!?
Cuando Maho le dio un golpecito en la espalda a Akane, ésta no sabía hacia dónde dirigir su ira. Sabiendo que al final se llevaría la peor parte, Saito ocultó inmediatamente su presencia. Poco a poco se estaba convirtiendo en un ninja. Finalmente, la servidora volvió al mostrador y permitió que Saito y los demás se registraran. Luego llevó a todos a sus habitaciones mientras les explicaba.
— Aquí, tenemos un gran baño abierto que utiliza la fuente termal que hay bajo nuestra posada, así como cinco baños separados alquilados que pueden utilizar gratis.
— ¡Wooo! Onii-chan, ¡Vamos a ver los baños!
— ¿Por qué íbamos a hacer eso? – Saito ni siquiera trató de seguir el juego.
— ¡Para fortalecer nuestros lazos estando desnudos! ¡Dejar que nuestras almas hablen!
— Tu alma siempre es honesta. Demasiado honesta.
Saito deseaba que mantuviera su alma bajo control.
— Dicho esto, son muy populares y suelen estar en uso. El mejor momento sería ir por la noche, sugiero.
— Asegúrate de despertarme cuando vayas, Onii-chan.
— Las jovencitas como tú deberían quedarse en la cama.
Saito apartó de un manotazo el beso que ella le lanzó. Dado que esta posada era propiedad de uno de los amigos de su abuela, no se sabía lo que podrían informarle. Finalmente, Saito y los demás fueron conducidos a dos habitaciones del tercer piso. Según las tablas de madera que colgaban de las puertas, una era la [Habitación Paulownia], y la otra la [Habitación Abanico]. Maho se cruzó de brazos frente a las habitaciones, mirando a todos los demás.
— Parece… que ha llegado el momento predestinado. Debemos tomar la decisión que influirá en nuestros destinos…
— ¿¡Una decisión… que influirá en el destino…!?
Como Maho hablaba con un tono serio como nunca antes, incluso Saito tenía curiosidad por saber cuáles serían sus siguientes palabras. Maho miró al suelo, una sombra se formó en su cara.
— Así es… ¡Y si tomamos una decisión equivocada… cierto hombre va a morir! Pero no voy a decir nombres.
— Definitivamente soy yo, ¿verdad? ¡Pero, por favor, dime por qué voy a morir!
De repente, esto se convirtió en un viaje con su vida en juego.
— ¡Vamos a decidir la distribución de las habitaciones! ¿¡Quién quiere pasar la noche con Onii-chan!?
Nada más terminar la frase, el aire se tensó de repente. Akane e Himari intercambiaron una mirada aguda, mientras Shisei empezaba a trepar por Saito. Saito deseaba que mantuviera su alma bajo control.
—— ¿Qué… está pasando aquí…?
Saito estaba desconcertado, pero, aun así, puso sus manos sobre los hombros de Shisei.
— ¿No podemos dividirnos por familias? Shisei y yo en la misma habitación, y ustedes tres en la otra.
Shisei asintió. Sin embargo, Himari empujó su cuerpo hacia Saito.
— Pero si es así, ¿no puedo quedarme en tu habitación? No querría arruinar el momento de diversión de las hermanas, ¿no crees?
— No sé qué hay de “correcto” en todo eso.
Su cara estaba cerca. Sus labios rojos estaban a punto de tocarlo.
— ¡Creo que debería quedarme con Onii-chan! Le prometí mi cuerpo si Onee-chan venía con nosotros de viaje, así que tengo que ofrecerme a Onii-chan para que pueda hacer de las suyas conmigo toda la noche.
— ¿¡Saito-kun!? ¿¡Has hecho semejante promesa!?
Los ojos de Himari se abrieron en shock.
— ¡Claro que sí! Así que tengo que cumplírsela con todo mi cuerpo. Me aseguraré de servirte mucho, Onii-chan – Maho se aferró al brazo de Saito.
— ¡No puedo permitir que asumas un deber tan grave, Maho-chan! Como la chica mayor, ¡debería tomar el relevo y acostarme con Saito-kun! – Himari se aferró al brazo disponible de Saito.
— ¡Pero a Onii-chan le gustan las chicas más jóvenes!
— ¿¡Yo también soy joven!? ¡Apenas tenemos la misma edad!
— ¡Pero esa pequeña diferencia hace maravillas!
— ¿¡Cómo en qué!?
— Hígado, riñón y duodeno.
— ¿¡Qué pasa con su duodeno!?
— Cuando se trata de la juventud, Shise es el primera de la lista.
Shisei parecía una alumna de primaria, interponiéndose entre Himari y Maho.
— ¡Entonces quedémonos todos en la habitación de Onii-chan! Me parece bien que vayamos los cuatro.
Himari se sonrojó.
— ¿Nosotras cuatro…?
— Monstruo pervertido, Maho.
— ¡Llámame mesías! Estoy preparada para ocuparme de todas ustedes, ¡Así que, déjenmelo a mí!
Las chicas se estaban volviendo locas con su discusión, pero Saito no tenía voz en absoluto. Incluso la servidora debió renunciar a enseñarles el lugar, porque volvió al mostrador de la entrada principal.
— Chicas… ¿quieren parar ya?
Una voz rabiosa perforó los oídos de todos, mientras las tres chicas se paralizaban. Akane había cerrado las manos en puños, emitiendo un aura mortal. Sus ojos parecían los de una diosa de la destrucción, y su rostro, el de un demonio. Saito se dio cuenta rápidamente de que esa sería la razón de su muerte, preguntándose en qué se había equivocado.
— Las habitaciones son lo suficientemente grandes, ¡Así que, podemos dividirlas entre las chicas y Saito! ¡No es un niño, así que, puede dormir solo!
— Pero me siento mal por él~
— Shise será un hombre sólo por esta noche.
— Nooo, Saito-kuuun.
Las chicas protestaron, pero la violenta dragona no les permitió ni una palabra más mientras las arrastraba a la [Habitación Abanico].
☆☆☆
Todavía tenían algo de tiempo hasta la cena, así que Saito llevó sus pertenencias a la [Habitación Paulownia], las colocó cerca de la pared y luego suspiró. En la mesa negra había un juego de té y dulces occidentales. Dicho esto, no podía molestarse en hacer té, así que se limitó a beber el resto de su botella de agua y a comer algunos de los aperitivos. A diferencia de en el camino, ahora estaba perfectamente tranquilo. Cuando oyó reír a Akane desde la otra habitación, una sensación de frío le llenó el pecho. Aunque siempre prefería estar solo, ahora sentía el impulso de acercarse a su habitación.
—— Pero, bueno, seguro que ya se están divirtiendo bastante.
Saito sacudió la cabeza y sacó una novela de su bolso de viaje. Se sentó en una silla y empezó a leer el libro cuando una dulce voz le hizo cosquillas en el oído.
— ¡Onii-chan!
— ¿¡!?
Saito se dio la vuelta, sobresaltado. Maho se había arrastrado por el suelo, llegando hasta él. La parte trasera de sus rodillas, junto con su largo cabello colgando por sus hombros; era extremadamente seductora. Agitó la palma de la mano alrededor de su boca, mientras sus ojos brillaban con un color burlón.
— ¿¡Cuándo has entrado aquí!?
Maho no respondió y se limitó a colocarse el dedo índice sobre los labios.
— Shhh… No hagas ruido. Si los demás se dan cuenta de lo que pasa, no podremos seguir juntos.
— ¿Qué estás…?
Saito se preparó para otro intento de acoso sexual por parte de Maho. Sin embargo, ella no hizo nada de eso, y se limitó a tumbarse boca arriba, apoyando la cabeza en su regazo. Se puso el dorso de una mano en los ojos, respirando débilmente.
— … ¿Te encuentras mal?
Como Maho siempre estaba al 100% de energía todo el día, Saito había olvidado que todavía era bastante frágil. Después de todo, había estado hospitalizada durante mucho tiempo, sin poder ir a la escuela.
— Sólo me siento un poco cansada. Pero si durmiera allí, se preocuparían por mí, así que, déjame quedarme aquí.
— ¿Y no pasa nada si estoy preocupado?
— Lo hace. Quiero que te preocupes – Maho dejó escapar una leve carcajada.
— Te lo juro…
A pesar de que ella siempre hacía todo lo posible para darle dolor de cabeza a Saito, él no se atrevía a odiarla. Probablemente porque ella siempre era honesta, siempre vivía como su corazón deseaba. Como haría con su propia hermana, frotó suavemente la cabeza de Maho. Debió de sentarle bien, porque entrecerró los ojos como un gatito.
— Me siento muy bien. Pareces acostumbrado, Onii-chan.
— Cállate.
— ¿Así que no lo niegas?
— No lo niego. Ve a descansar.
Estaba cansada por culpa de Saito. Aunque siempre le costaba leer las emociones de los demás, eso lo tenía muy claro.
— Gracias por todo.
— ¿Eh? ¿Qué quieres decir? – preguntó Maho.
— Organizaste este viaje porque querías que Akane y yo hiciéramos las paces, ¿verdad?
— ¿Huuuh? No, ¡Claro que no! Te invité a este viaje para que pudiéramos hacer todo tipo de cosas lascivas. ¡Y tú caíste en la trampa! – bromeó mientras pinchaba la cara de Saito.
Saito cogió aquellos delgados dedos.
— O-Oye… – Maho se puso nerviosa.
— Déjame darte las gracias como es debido. Porque has hecho mucho por mí.
— Ugh… S-Sí.
Su cara se puso roja. Quería esconder su cara de Saito, mientras se daba la vuelta y miraba hacia otro lado. Sus delgados dedos dibujaron círculos en el suelo.
— Pero… no lo hice sólo por tu bien. Es que estoy preocupada por ustedes dos. Desde que Onee-chan llegó a casa, se siente deprimida. No puedo seguir viéndola así.
— Ya veo…
¿Por qué se sentiría así a pesar de haber sido su decisión irse de casa? Saito no podía entender lo que Akane sentía realmente. Siempre tuvo problemas con eso, pero últimamente, sólo empeoraba.
— Eres una buena persona, Maho.
— En absoluto. Soy una chica mala – Maho le sacó la lengua.
— Definitivamente te lo devolveré. Si alguna vez tienes problemas, dímelo.
— Entonces supongo que… ahora mismo estoy un poco en problemas.
— ¿Ahora mismo…?
— Tanto caminar me tiene rígida como un hueso. Así que, ¿te importaría darme un masaje? Así, nos damos por compensados – Dijo y rodó del regazo de Saito al suelo de tatami.
Apoyó la cabeza en las palmas de las manos, con los codos en el suelo, mientras lanzaba a Saito una mirada provocativa. Sus caderas dibujaban una línea seductora, y sus muslos que aparecían desde abajo eran demasiado estimulantes teniendo en cuenta la situación.
— Eso es… – Saito vaciló.
— ¿No dijiste que me darías las gracias? Deprisa, deprisa – Maho agitó sus piernas desnudas arriba y abajo.
— …Oh, bien, supongo – se resignó Saito.
No había duda de que Maho estaba agotada y que un masaje le vendría perfecto. Además, probablemente no se atrevía a preguntar a Akane o Himari porque no quería que se preocuparan. Era un simple proceso de eliminación. Saito siguió poniendo excusas mientras empezaba a frotar los hombros de Maho. Su pequeño cuerpo emitía un suave aroma, pero Saito hizo todo lo posible por desviar su atención de eso.
— Mhm… Justo ahí, sí. Eres muy bueno, Onii-chan. Agárrame el cuello también.
— ¿Así?
Saito le frotó lentamente el cuello, asegurándose de no hacerle daño.
— Sí, sí. Como el viaje en tren ha sido tan largo, me he quedado rígida ahí. Ahora le toca a mi culo.
— ¿¡Quién masajearía eso!?
— ¡Pero he estado sentada todo el tiempo! ¿Y de verdad no me vas a ayudar…? Tu gratitud parece superficial…
— ¡Guh…!
Acosado por la culpa, Saito se arremangó las manos. A veces, Maho tenía realmente el aire de una villana. Saito alcanzó su cadera y luego añadió presión justo debajo de ella. Inmediatamente, el cuerpo de Maho se estremeció y gimió.
— Ah… Sí… Uh… ¡Justo ahí! Se siente tan bien, Onii-chan.
— ¡Deja de gemir!
— ¡Pero… mis muslos… frótalos también! ¡Estoy tan cansada por tu culpa!
— ¡Muy bien, bueno, lo entiendo! Sólo tengo que hacerlo, ¿¡verdad!?
Saito renunció a resistirse. Pasó la palma de la mano por los suaves muslos de ella, presionando con el pulgar la parte posterior de las rodillas, hasta llegar a los pies. Lentamente, empezó a masajear sus blancas piernas y plantas. Maho se estremeció.
— ¿¡Eeep!? Onii-chan, el movimiento de tus manos es tan lascivo.
— ¡Esto no tiene nada de lascivo!
— ¡Sí que lo es! Mhm… no creo… que pueda aguantar más…
— ¿¡Aguantar qué!?
Ella no respondió a la pregunta de Saito y sólo sintió temblar sus cuatro extremidades. Sus labios humedecidos dejaron escapar un apasionado suspiro, sus ojos parecían somnolientos. Con las mejillas rojas, se levantó del suelo.
— Onii-chan… Lo siguiente será masajearme las tetas, ¿entendido?
— ¡Creo que eso iría más allá de un masaje normal!
— Pero yo también estoy muy cansada aquí… Y si me lo agradeces… lo harás, ¿verdad? – Ella se puso encima de Saito, agarrando su mano para presionarla contra su pecho.
Como su atuendo ya era bastante revelador, él pudo sentir la suave sensación directamente. El seductor aroma de su piel se aferró a él.
— ¡Saito-kun! ¡Es hora de cenar!
La puerta se abrió con Himari entrando de un salto. Ella miró a Saito y Maho, con sus cuerpos enredados, y se congeló. Retrocedió lentamente y cerró la puerta.
— ¡Akane! ¡Hay un gran problema!
— ¡Espera! ¡Por favor! ¡Déjame explicarte!
Saito intentó detenerla, pero ya era demasiado tarde. Ni siquiera un minuto después, Akane irrumpió en la habitación, arrancando por la fuerza a Maho de Saito.
— Me preguntaba por qué Maho no volvía… ¿¡Qué le estabas haciendo a mi hermana!?
— ¡Es un malentendido! ¡Sólo le di un masaje!
— ¿¡Un masaje lascivo, verdad!?
— ¡En absoluto! ¿¡Verdad, Maho!? – Saito le pidió ayuda.
Ella torpemente apartó su mirada de él, con sus mejillas rojas.
— S-Sí… Si tú lo dices, entonces no fue nada lascivo… ¿verdad?
— ¿¡Ves!?
— ¡Y yo digo que no hubo nada lascivo en eso!
Esa forma de plantear las cosas sólo invitaba a más malentendidos. Akane entonces agarró a Maho y la arrastró fuera de la habitación, con Himari de pie entre ella y Saito como guardia. Shisei seguía comiendo más cangrejos. Esto era una confusión total.
— ¿¡Entonces qué estabas haciendo!?
— ¡Un masaje! ¡Soy inocente!
— ¡Eres culpable sólo por estar vivo!
— ¿¡Toda mi existencia es un pecado!?
Una vez más, otra pelea estalló entre los dos. Aun así, a Saito no le importó. Podía sentir que su rostro se relajaba. Sin embargo, Akane sólo vio eso como espeluznante.
— ¿De qué te ríes?
— ¿Eh? ¿Me estoy riendo ahora mismo?
— Sí. Me parece que te estás divirtiendo.
— Ya… veo. Así que, me estoy divirtiendo ahora.
Sólo hablar con Akane le resultaba divertido. En lugar de ser ignorado, ser odiado por ella era mucho más agradable. Le hizo darse cuenta de lo mucho que echaba de menos hablar con ella. Para ellos, pelear era lo más normal del mundo, sin embargo, incluso eso, estaba alejado de su vida. Aunque era el único momento en el que se sinceraban de verdad el uno con el otro.
— Me estoy enfadando contigo, ¿podrías al menos tomarme en serio? ¿te parezco idiota? – Akane hizo un puchero.
— Yo sólo… pensé que ha pasado un tiempo.
— Bueno… tienes razón, sí que ha pasado – Akane desvió torpemente la mirada.
— … ¿Lo odias?
— … Cállate.
Akane le dio la espalda a Saito y se alejó, con los lóbulos de las orejas visiblemente enrojecidos. El dulce aroma que desprendía su cabello le hizo cosquillas en la nariz y le hizo estremecer el pecho. Mientras las chicas se dirigían a cenar, Maho se acercó de nuevo a Saito y le susurró algo al oído mientras se tapaba la boca.
— Buena suerte.
— S-Sí – asintió Saito.
— ¿¡Maho!? ¡Es peligroso estar con él! ¡Ven aquí!
— ¡Buenooo!
Llamada por Akane, Maho salió trotando alegremente.
☆☆☆
Esa noche, a Saito le costó dormirse. Se quedó despierto en su futón, mirando el techo poco iluminado. Era difícil regular la luz en posadas como ésta, así que la mayoría se quedaban encendidas por la noche. Leer algunos libros para pasar el rato podría haber sido una buena idea, pero no tenía muchas ganas de leer. La sonrisa de Akane que vio esta tarde seguía grabada a fuego en sus retinas. Con todo a su alrededor en silencio, su cabeza y su corazón hacían un ruido increíble. Comprobó la hora, indicándole que ya era más de medianoche. Quedarse así en la cama probablemente no le ayudaría mucho a conciliar el sueño.
—— Supongo que me daré un chapuzón en las aguas termales.
Pensando que el baño estaría libre en esos momentos, Saito salió de la habitación. Sólo se llevó la toalla y la llave, caminando por el pasillo vacío. Las luces de la recepción estaban apagadas, incluso la servidora estaba ausente. Las tablas del suelo, después de haber sobrevivido durante generaciones, devolvían crujidos a cada paso que daba. Desde la salida en medio del pasillo, se dirigió al jardín. Era un jardín de temática japonesa, el camino consistía en placas de piedra con varios pequeños baños al aire libre a su lado. A pesar de la hora, apreció que la mayoría de ellos estaban en uso gracias a los carteles de la parte delantera y, justo cuando Saito decidió darse por vencido y volver a su habitación, vio que el que estaba más al fondo parecía estar vacío. Suspiró aliviado y atravesó la puerta de madera.
Dentro, le esperaba un vestuario sorprendentemente grande, así como un sofá, un lavabo, un dispensador de agua e incluso un aire acondicionado sujeto al techo. Saito se quitó el yukata [19] y lo puso en una de las cestas, abriendo la puerta del baño. Habían caído hojas sobre el suelo de piedra, resbaladizo por el vapor y el agua, que también empañaban la vista. Saito fue cuidadoso con sus pasos, mientras se acercaba a la bañera más grande.
— … ¿Eh?
— Qué…
Y, en el agua, vio a Akane. Aunque todavía estaba bastante oscuro, pudo ver que no llevaba nada puesto. Sus hombros desnudos sobresalían del agua. Sus delgados brazos y sus dos montículos apenas se mantenían bajo el agua, absorbidos por la oscuridad. Con los dos mirándose fijamente, el tiempo se detuvo por completo. Saito no podía procesar lo que estaba ocurriendo, y Akane se limitaba a mirarle aturdida.
— Yo… pensé que sería Maho, pero… ¿Saito? ¿por qué…?
Al oír esa voz estupefacta, Saito pudo volver en sí. Lo primero que sintió fue pánico y terror. Ahora había metido la pata por completo. Cuando esto sucedió en su propia casa hace un tiempo, Akane casi lo mata.
— ¡Lo siento! ¡Me fijé si había alguna señal, pero…! – Saito intentó excusarse, pero…
— ¡Espera!
Akane le agarró la mano.
— ¿Qué…?
Él no entendía por qué ella lo detenía.
— Está… bien. Puedes quedarte.
— ¿Por qué…?
— Porque… quiero hablar contigo un poco más.
Su voz era ronca, y sólo por el apretón tembloroso de su mano, él podía decir que estaba nerviosa. La sensación de su mano húmeda era hechizante, y el sonido del agua detrás de él seguía despistándole. Pero más que nada, Saito también quería hablar con ella. Sólo el hecho de que ella sintiera lo mismo le hacía increíblemente feliz, y no sabía qué hacer con esas emociones.
— E-Entonces…
— Ah, pero, no mires demasiado, ¿de acuerdo? Es… ¡vergonzoso!
— C-Claro, ya lo sé…
Saito se sentó de espaldas a Akane, intentando asegurarse de que no vería nada accidentalmente. Sintió que algo suave se apoyaba en su espalda. Tardó unos segundos en darse cuenta de que se trataba de su espalda, y a partir de ese momento, todo su cuerpo empezó a arder. Una espalda suave se apretaba contra él. Y no era por accidente. Él podía decir que ella mantenía este contacto, incluso si él quería o no. Continuaba incluso hasta su cadera y por debajo, estaban prácticamente pegados el uno al otro, permitiéndole sentir su calor.
— H-Hoy fue… divertido, ¿verdad?
— S-Sí. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.
De espaldas el uno al otro, intercambiaron algunas palabras incómodas. Akane seguía agarrada al brazo de Saito, como si no quisiera dejarlo escapar.
— ¿Cómo… van las cosas últimamente?
— ¿Qué quieres decir?
— A lo que estás haciendo… ahora que me he fui – dijo con tono derrotado.
— ¿Jugando, supongo?
— ¿Son divertidos los juegos?
— La verdad es que no.
— Pero te gustan, ¿verdad? ¿por qué no son divertidos?
— … Buena pregunta.
¿Por qué hablar con Akane ahora mismo, por muy básica que fuera la conversación, era más divertido que jugar? Sin saber la respuesta, Saito buscó ayuda en la palma de la mano de Akane.
— ¿Qué has estado haciendo?
— Estudiando, sobre todo. Tengo tiempo de sobra, así que estudiaré mucho y te ganaré en el próximo examen. Tú espera y tiembla de miedo.
— Claro – se rio Saito.
— ¡Eh! ¿Por qué te ríes? ¿¡de verdad crees que no puedo ganarte!?
— No, sólo espero que lo hagas.
— ¿Por qué me menosprecias? ¡Esa actitud relajada tuya siempre me molesta!
Akane usó su mano abierta para golpearla contra el agua, creando salpicaduras por todas partes. Si realmente hubiera querido, podría haber soltado la mano de Saito para eso también, pero no mostró ninguna intención de hacerlo.
— Ah, sí, empecé a practicar mi cocina un poco más.
— ¿Ahora?
— ¿Qué? ¿Estás diciendo que es demasiado tarde para mí? – Akane estrelló la parte posterior de su cabeza contra Saito, pero fue un ataque vacío y no dolió en absoluto.
De hecho, sólo hizo que Saito sintiera más su espalda desnuda, ya que su conciencia estaba casi cortada.
— Tu comida ya es la mejor de todo el mundo, así que, ¿qué más hay que aprender?
— La-mejor… No vas a conseguir nada de mí… por mucho que me alabes…. – Akane se hundió profundamente en el agua, murmurando para sí misma mientras creaba burbujas que llegaban hasta la superficie.
Sin embargo, para Saito, su cocina sabía mejor que la de cualquier restaurante caro en el que hubiera estado. Era como si todo su cuerpo estuviera lleno de felicidad y satisfacción.
— E-Entonces, he estado probando otros géneros como precocinados, salsas y otras cosas. Siempre le pido a Maho que los pruebe, pero el otro día se escapó y se quejó de que cocinaba demasiado.
A pesar de que ella hablaba de su día y nada más, Saito sentía que quería escucharla siempre. Y, no sólo escucharla, quería experimentar más de ese tiempo, simple y trivial, pero también satisfactorio. Quería quedarse a su lado…
☆☆☆
Shisei se despertó en mitad de la noche y se dirigió a los baños, cuando se encontró con Maho, que estaba de pie delante de una cabaña. Tenía una cesta a sus pies, apoyada en la puerta de madera. A diferencia de su actitud habitual, parecía casi solitaria. Cuando está rodeada de todo el mundo, brilla como el sol, pero cuando está sola, es tan tranquila como la luna. Pero a Shisei eso no le disgustaba. Puede que Maho no sea un sol nato, pero tiene la presión de actuar como tal, y Shisei comprendía esos sentimientos.
— ¿Maho? ¿Qué haces ahí? – Shisei llamó a la chica, que se limitó a encogerse de hombros.
— Haciendo guardia. Si quieres pasar, primero tienes que derrotarme… o lo que sea.
— … ¿Están Hermano y Akane dentro?
— Sip. Pero sabes, no quería pelear contigo de todas las personas…
— No hay necesidad de pelear.
Shisei se puso al lado de Maho. Desde el baño, podía oír las voces de Saito y Akane. No podía oír exactamente de qué hablaban, pero no parecía que estuvieran peleando. Mirando la posada desde el jardín, parecía que había caído en un profundo letargo, ya que sólo las luces de las ventanas creaban un poco de vida. El aire exterior a estas horas de la noche era frío, pero no demasiado con el calor de Maho a su lado.
— Sabes… realmente quiero a Onee-chan.
— Shise también quiere a Hermano.
— ¿Entonces somos iguales?
— Somos iguales.
Se agarraron de la mano y miraron la deslumbrante luna que brillaba en el cielo.
Notas del Capítulo:
[2] Svartalheimer/ La telerrealidad o televisión de la vida real (también conocido por el anglicismo reality show) es un género de televisión que se encarga de documentar situaciones sin guion y con ocurrencias actuales, en las cuales interactúa un elenco que hasta entonces es desconocido. Este género usualmente resalta lo dramático y conflictivo de la vida de los personajes, algo que lo compara con el género documental. Utiliza diferentes elementos estandarizados como los confesionales donde el elenco expresa sus pensamientos, e inclusive sirven como narradores del programa. En competiciones basadas en telerrealidades, existe la parte de eliminación por episodio, un panel de jueces y el concepto de inmunidad de la eliminación (Imagen).
[3] Svartalheimer/ El lacre es una pasta a base de colofonia, goma laca y trementina, además de bermellón u otro color mineral. Se funde fácilmente, dada su baja temperatura de fusión, y se usa en cartas, paquetes, etc., para garantizar su cierre. Suele ser de color rojo (Imagen).
[4] Svartalheimer/ Ma (魔) se traduce como demonio, seres que están destinados a amenazar la existencia humana o desafiar a los dioses. Zoku (族) significa tribu, clan o familia, indicando que forman parte de una misma sociedad. Maō (マ王 Rey demonio) es un término derivado de Mazoku por el cual se denomina a un rey que gobierna a los Mazoku (Imagen).
[5] Matsuo Basho fue un famoso poeta japonés del siglo XVII, conocido por sus haikus. Sus viajes a través de Japón inspiraron su obra maestra, “Oku no Hosomichi” (Los estrechos caminos al interior), una crónica poética de sus experiencias y reflexiones (Imagen).
[7] Svartalheimer/ En el folclore japonés, los Shinigami son dioses o seres sobrenaturales que invitan a los seres humanos hacia la muerte, o inducen sentimientos de querer morir (Imagen).
[8] Svartalheimer/ USD $1.36 a diciembre de 2023
[9] Svartalheimer/ Parfait es una palabra francesa que significa literalmente “perfecto” y viene a denominar a un tipo de postre helado inventado en 1894. El postre es similar a la bomba helada y a menudo se elabora en el mismo molde (Imagen).
[10] Svartalheimer/ Se denomina crepé, crepe, crepa, crep o creps a la receta europea de origen francés hecha fundamentalmente de harina de trigo, con la que se elabora una masa en forma de disco, de unos 16 cm de diámetro en forma de triángulo. Se sirve habitualmente como base de un plato o postre, aplicándole todo tipo de ingredientes dulces (Imagen).
[11] Svartalheimer/ Permissum videtur id omne quod non prohibitur (Se considera permitido todo lo no prohibido). El principio “lo que la ley no prohíbe, está permitido” recoge el principio de vinculación negativa y el principio de libertad y autoriza a los ciudadanos a llevar a cabo todas aquellas actividades que la Ley no prohíba, o cuyo ejercicio no subordine a requisitos o condiciones determinados.
[12] Svartalheimer/ Heike Monogatari, traducido al español como Cantar de Heike, es un poema épico del siglo XIII, considerado un clásico de la literatura japonesa, y fuente de numerosas leyendas, personajes e historias que tienen su origen en él. A medio camino entre la epopeya y la elegía, consta de doce breves libros y un epílogo que fueron escritos a principios del siglo xiii, y que nos narran la rivalidad y la lucha por el poder que en el último tercio del siglo anterior había enfrentado a dos clanes militares, los Genji (o Minamoto) y los Heike (o Taira). Su galería de personajes, por donde transitan guerreros heroicos y damas tristes, cortesanos ambiciosos y bonzos ascetas, plebeyos y emperadores, ha constituido la más importante fuente de temas para la literatura japonesa posterior, y tiene para los habitantes actuales de Japón una familiaridad cultural comparable a la del romancero para los españoles o, a otra escala, a la de las epopeyas de Homero para la literatura europea (Imagen).
[13] Juggernaut (Cain Marko) es un supervillano de los cómics estadounidenses publicados por Marvel Comics. Cain Marko es un humano común y corriente que recibió los poderes de una gema perteneciente a la deidad Cyttorak, convirtiéndose literalmente en juggernaut (palabra inglesa que se refiere a una fuerza u objeto destructivo de gran tamaño e inmenso poderío). Posee fuerza y durabilidad sobrehumanas, y es virtualmente inmune a la mayoría de ataques físicos; su casco también le protege de ataques mentales (Imagen).
[14] Svartalheimer/ La fuerza g es una medida de aceleración, tratada en la lengua general como una fuerza, aunque en rigor no sean las mismas magnitudes físicas. Está basada en la aceleración que produciría la gravedad de la Tierra en un objeto cualquiera. Una aceleración de 1 g es generalmente considerada como igual a la gravedad estándar, que es de 9.80665 metros por cada segundo al cuadrado (m/s²). Se escribe con g minúscula, para diferenciarla de la constante de gravitación universal, que es G mayúscula. Va en cursiva, a diferencia del símbolo del gramo, que va en redonda.
[15] Svartalheimer/ USD $68.18 a diciembre de 2023
[16] Svartalheimer/ La era Muromachi (室町時代 Muromachi-jidai, conocido también como período Muromachi, era Ashikaga o período Ashikaga) es un período de la historia japonesa que comienza en 1336, con el fracaso de la Restauración Kenmu y la toma del poder de parte del samurái Ashikaga Takauji, quien estableció el segundo shogunato en la historia japonesa en 1338: el shogunato Ashikaga, cuyo nombre le fue dado a esta época; y que finaliza en 1573, cuando el decimoquinto y último shōgun, Ashikaga Yoshiaki, fue derrocado por el daimyō Oda Nobunaga, quien buscaba la unificación del país.
[17] Ashikaga Takauji fue el fundador y primer shōgun del shogunato Ashikaga. Comenzó a gobernar en 1338, dando inicio al período Muromachi en Japón, y terminó con su muerte en 1358. Fue descendiente de los samuráis de la línea Seiwa Genji del clan Minamoto (Imagen).
[18] Svartalheimer/ El Edo Bakufu, o Período Edo, también conocido como Período Tokugawa, o Shogunato Tokugawa o Era de la paz ininterrumpida es una división de la historia de Japón, que se extiende desde el 24 de marzo de 1603 hasta el 3 de mayo de 1868.
[19] Svartalheimer/ El yukata es una vestimenta tradicional japonesa hecha de algodón. Se usa principalmente para los festivales de verano o estaciones cálidas. Es mucho más ligera que el kimono al no tener la capa que cubre normalmente a este y al no estar hecha de seda (Imagen).